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viernes, 9 de agosto de 2019

Un tesoro escondido en una lata de galletas

Es 1940 y Gran Bretaña se encuentra sola ante la máquina bélica alemana. El Rey Jorge VI teme por su país pero debe luchar contra Hitler. La Lufwaffe y la RAF se baten en los cielos en lo que se conoce como la Batalla de Inglaterra. Los ingleses temen que los alemanes invadan su isla.

Un tesoro escondido en una lata de galletasAnte el miedo a de la posible invasión y tras el fracaso en la defensa de Francia y la retirada de Dunkerque, la nación se prepara para la lucha. La monarquía británica decide que las Joyas de la Corona no deben caer, bajo ningún concepto en manos de los alemanes y se decide esconderlas.

Las Joyas de la Corona, la colección más valiosa de la actualidad, tradicionalmente se han guardado custodiadas por los Beefeaters en la Torre de Londres y donde en la actualidad se pueden visitar. Pero durante la Segunda Guerra Mundial no era suficiente. Una bóveda de seguridad o una caja fuerte no eran suficientes. El Rey Jorge VI, padre de la actual reina, Isabel II, recurrió a un sistema poco ortodoxo para esconder las joyas: una sencilla lata de galletas de Fortt's Original Bath Oliver Biscuits.

Un tesoro escondido en una lata de galletas Las piedras preciosas, entre ellas las que destaca el Rubí del Príncipe Negro, que va engarzado en el centro de la corona imperial británica y que se cree que fue usado por Enrique V en su casco en la Batalla de Azincourt en 1415, se pusieron dentro de en la lata y así se llevaron hasta el Castillo de Windsor. La corona imperial británica se confeccionó para la coronación de Jorge VI en 1937.

En el más absoluto secreto se excavó una cámara, protegida con una puerta de acero, junto a una de las salidas secretas del castillo de Windsor, donde se ocultó la caja. Para evitar que el lugar fuera descubierto por posibles espías nazis, la cámara secreta se construía de noche.

El castillo también sirvió de refugio a los miembros de la Casa Real durante la Segunda Guerra Mundial, para alejarse de los bombardeos del Blitz. Entre ellos la entonces princesa Isabel que sirvió como conductora y mecánica de ambulancias en el Women’s Auxiliary Territorial Service, con 18 años. Siendo la única mujer miembro de la familia real que ingresó a las fuerzas armadas y la única cabeza de estado que sirvió en la Segunda Guerra Mundial.

Un tesoro escondido en una lata de galletas
Siempre se sospechó que las joyas se habían guardado en una cámara de seguridad de Canadá, a donde la familia real tenía planeado exiliarse en el caso de que Gran Bretaña fuera invadida. Otra teoría afirmaba que estaban escondidas en una cueva en Gales. Hasta que esta operación la descubrió el bibliotecario Oliver Urquhart Irvine, asistente del encargado de los Archivos de la Reina que halló unas cartas enviadas por el bibliotecario real, Sir Owen Morshead, a la madre del Rey Jorge VI, María de Teck, donde se describía cómo las joyas de la corona se mantenían a salvo en caso de una invasión.

La Reina Isabel II desconocía los detalles hasta que el periodista especializado en la Corona, Alastair Bruce se lo contara para la realización del documental de la BBC, "The Coronation", realizado por el 65 aniversario de su coronación.

Para saber más:
El Ibérico
BBC
Movistar (documental)
Mashable
La Vanguardia

2 comentarios:

  1. Estupenda entrada Juanjo.
    Las curiosidades tienen un no se qué que hace más atractiva la Historia por ardua que parezca.
    Abrazos infinitos y muchas gracias. Que tengas un magnífico Agosto.Esperando la siguiente lectura.

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  2. Gracias Sonsoles. La Historia no tiene porque ser densa y aburrida. Siempre he huido de ello.
    Besos y abrazos.

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