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domingo, 14 de marzo de 2021

Kamikazes. Poemas desde el infierno

Se calcula que unos 4000 pilotos kamikazes dieron su vida en acciones suicidas durante la Segunda Guerra Mundial y prácticamente todos esos jóvenes pilotos dejaron testamento antes de despegar en su último vuelo, en forma de cartas o poemas.

Kamikazes. Poemas desde el infiernoEs cierto que muchos jóvenes pilotos, fanatizados por el adoctrinamiento ultrapatriótico y ultranacionalista se lanzaron en misiones suicidas con gran fanatismo. En esas cartas finales mostraban como su sacrificio no sería inútil y garantizaría la victoria del imperio del Japón.

Teniente Masuo:
Felicitadme. Me han ofrecido una espléndida oportunidad para morir. El destino de nuestra madre patria depende de la decisiva batalla en los mares del Sur, donde caeré como lo hacen las flores de los cerezos lozanos.
Alférez Nakata:
¿Qué le puedo decir a mi anciana madre
que me espera en el pueblo donde nací
sin saber que su hijo está a punto de perecer? 
Kamikazes. Poemas desde el infierno
Cabo Kagawa:
Mañana es el ataque. Conseguiré un hundimiento instantáneo y espléndido. No te avergonzarás de ser mi hermana mayor...
Hay una rama que no florece
Hay una rama que florece
y otra rama que cae.
Algunos no lo tenían tan claro, había dudas. En sus testamentos finales se puede ver como a muchos kamikazes les importaba poco el Emperador o el mensaje patriótico que les habían intentado introducir en sus mentes. Aun así, se sacrificarían, como víctimas de una resistencia inútil, por su honorable sentido del deber y por la opinión que tendrían de ellos sus seres queridos.

Alférez Ichizo:
Dedicar mi vida al emperador debería darme paz espiritual...
No puedo decir que el deseo de morir por el emperador sea genuino, salido de mi corazón. Se ha decidido, sin embargo, que muera por el emperador. 
Madre, soy un hombre...
Haré un trabajo espléndido hundiendo un portaaviones enemigo. Podrás presumir de mí. Moriré con dignidad de soldado. Sin embargo, madre, estoy triste. 
Teniente Uehara:
Mañana, alguien que cree en la democracia dejará este mundo.
Puede que parezca solitario, pero su corazón está lleno de satisfacción.
La Italia fascista y la Alemania Nazi han sido derrotadas. El autoritarismo es como construir una casa con piedras rotas.
Capitán Murakami:
Cuando miro al cielo, donde empieza a romper la primavera
me pregunto cómo se sentirá mi madre
con sus delicadas manos llenas de sabañones. 
Kamikazes. Poemas desde el infierno
Los kamikazes eran solteros pero existían raras excepciones como el teniente Yukio Seki. A Seki le comunicaron que lideraría el primer ataque kamikaze la misma mañana del 20 de octubre de 1944. Aceptó su destino, pero no pudo dejar de lamentarse por cómo se desperdiciaría la visa de un piloto experimentado. Además se había casado recientemente.
Antes de partir escribió un poema a sus pilotos:
Descended, mi pupilos,
mis pétalos de flor de cerezo,
como yo descenderé,
sirviendo a nuestro país.
Tras el ataque de Yukio Seki y su escuadrilla, muchos se presentaron voluntarios, pero entre los obligados a inmolarse en la última defensa del imperio, muchos no llegaron a completar su misión desapareciendo para no enfrentarse a la vergüenza de ser considerados cobardes.

Capitán Murakami:
Cuando miro al cielo, donde empieza a romper la primavera
me pregunto cómo se sentirá mi madre
con sus delicadas manos llenas de sabañones. 
Alférez Koboyashi:
Mi madre me sonrió con valentía cuando partimos,
escondiendo el insoportable dolor del adiós
a su hijo que partía en un viaje hacia la muerte. 
El sacrificio supremo de dar la vida por su país y su emperador no esté tan lleno de romanticismo. No marchaban a la muerte llenos de valor y alegría. Como parte de su entrenamiento eran golpeados con brutalidad.

Alférez Irokawa:
El entrenamiento tenía lugar a diario. Me pegaban en la cara tan fuerte y tan a menudo que ya no se me reconocía...
Sería duro calcular cuánto soldados, en realidad, se alejaron del emperador y de la ideología imperial por este maltrato.
Los ataques kamikaze no fueron realmente una muestra de fanatismo ciego que despreciara la vida humana. Fueron una respuesta racional, según el punto de vista japonés, a las circunstancias excepcionales. Los ataques suicidas estaban dirigidos a causar el mayor daño con el menor coste de vidas humanas. 

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