Páginas

domingo, 21 de abril de 2024

Los tranvías de Hiroshima

El 6 de agosto de 1945, la ciudad de Hiroshima quedó totalmente devastada tras la explosión atómica de la bomba Little Boy lanzada desde el bombardero estadounidense Enola Gay, pero un elemento fundamental de la ciudad tardó solo tres días en estar de nuevo en marcha. El mismo día que caía la segunda bomba atómica sobre Nagasaki. Gran parte de la red de tranvías empezó a funcionar y se convirtió en el transporte principal para la evacuación y comenzar a restablecer los servicios de la ciudad.

Los tranvías de Hiroshima
Junto a la Cúpula Genbaku y a los árboles Hibakujumoku, los tranvías de Hiroshima, son un auténtico símbolo de la ciudad y el testimonio de la resistencia del pueblo japonés que inmediatamente después se pusieron manos a la obra en el auxilio a las víctimas del bombardeo y a la reconstrucción de la ciudad, igual que sucedió en Nagasaki pocos días después. El tranvía se convirtió en un "símbolo de renacimiento tras la tragedia" y ayudó a la moral de una población que había sufrido un auténtico infierno en la tierra.   

En noviembre de 1912, tres líneas de la red de transporte urbano por raíles comenzó a funcionar en la ciudad de Hiroshima en 1912 y durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército japonés exigió que las líneas tuvieran conexiones directas con las estaciones de tren y las instalaciones navales con el fin de facilitar el trasporte militar. Se construyeron otras dos líneas, que se convirtieron en las líneas 5 y 6 (actualmente son nueve líneas). 

Los tranvías de Hiroshima
Por el ataque se destruyeron o averiaron seriamente casi la totalidad de los 123 tranvías, quedando parcialmente operativos solo 15 de ellos. Aún hoy, algunos de aquellos viejos tranvías siguen funcionando. La Hiroshima Electric Railway, se encarga de cuidar con mimo sus "Clase 650", fabricados en 1942. De estos aún hoy sobreviven los modelos 651, 652, 653 y 654. Son los "hibaku-densa", los tranvías que sobrevivieron al bombardeo atómico.

Cualquier mañana, en días laborables, por las calles de Hiroshima, nos podemos encontrar con el 651 y el 652 compartiendo vías con los modelos más modernos, mientras que el 653, que fue restaurado en 2015 a su apariencia original en gris y azul, solo se usa en acontecimientos especiales. Estos tranvías todavía circulan como testimonio vivo del horror vivido, de que a pesar de lo sucedido, la vida continúa y como símbolo de paz. El 654 se puede ver en el Museo del Transporte de la ciudad.

Para saber más:
El País
BBC
Wikipedia
En el Subte
Exordio
Heraldo

domingo, 7 de abril de 2024

Tamerlán y el destino de la URSS

Stalin, el dictador soviético, tenía una obsesión: quería hacerse con los restos del famoso conquistador mongol del siglo XV Amir Timur Gorgan, más conocido como Tamerlán. La intención era presentar la evidencia que mostrara que los soviéticos eran descendientes de tan temible estirpe mongola y los legítimos dueños de Asia Central.

Tamerlán y el destino de la URSS
Durante la segunda mitad del siglo XIV. el sucesor del gran Gengis Khan, convirtió en cenizas miles de poblaciones creando un vastísimo imperio a un coste brutal de 17.000.000 de vidas humanas, el 5% de la población de entonces. El imperio Timúrida, abarcó los territorios de los actuales Afganistán, Irak, Irán, India, Kazajistán, Kirguizistán, Kuwait, Pakistán, Rusia, Siria, Turkmenistán, Turquía y Uzbekistán. Intentó hacerse con la China de la dinastía Ming (la de los famosos jarrones) pero no lo consiguió.  La enormidad de China complicó muchísimo la invasión: escaseaban los suministros y las comunicaciones eran muy complejas. Todo complicado aún más por el duro invierno. Tamerlán para entonces estaba mayor: tenía 68 años y terminó muriendo tras una enfermedad. Fue enterrado en el gigantesco Mausoleo de Gur-e Amir (tumba del rey), en Samarcanda, la capital de Timúrida y que hoy está en Uzbekistán.  

La obsesión de Stalin por encontrar la tumba de Tamerlán le venía de tiempo atrás. El principal motivo es que era un héroe que que personificaba el gran espíritu de lucha y resistencia de los soviéticos. También creía que encontrar el lugar de descanso del emperador mongol aportaría riqueza para la URSS ya que se pensaba que ocultaba grandes tesoros. El 19 de junio de 1941, se abrió el sepulcro. Los restos, embalsamados con almizcle, agua de rosas y paños de lino estaban dentro de un ataúd de madera de ébano. Como sucede con las momias egipcias, la tumba de Tamerlán también tiene una historia de maldición, que afirma que: "Aquel que abra esta tumba se enfrentará a un enemigo más cruel que yo" , despertará a los demonios de la guerra, y que el temido conquistador mongol regresará de entre los muertos.

Tamerlán y el destino de la URSS
Un equipo forense, dirigido por el del antropólogo Mikhail Gerasimov, debía confirmar la creencia de Stalin sobre su parentesco con Genghis Khan y si se podía emparentar con Stalin y los soviéticos. A pesar de que el encargado del mausoleo insistió la maldición y les rogó que no profanaran la tumba, la orden de Stalin era inapelable. Frente a unas cámaras que lo filmaban todo, Gerasimov abrió la tumba y levantó el cráneo de Tamerlán. Las imágenes fueron enviadas inmediatamente a Stalin.

Tamerlán y el destino de la URSS
Los restos fueron trasladados a Moscú, donde fueron analizados. Partiendo de los restos del cráneo Gerasimov reconstruyó el rostro de Tamerlán. También se dictaminó que tuvo una estatura de 1,72m, cojera y el brazo derecho ligeramente atrofiado por una antigua herida de guerra.

Según contó uno de los camarógrafos que filmaron la exhumación el general Gheorgi Zhúkov pudo convencer a Stalin de que lo mejor era que devolviera los restos de Tamerlán a su tumba, por el bien de la Unión Soviética. Finalmente, los restos de Tamerlán volvieron a Samarkanda.  

¿Casualidad? o ¿no? La Operación Barbarroja comenzó tres días después de abrirse la tumba. Stalin, no creía que Hitler le traicionaría, pero así fue. Le costó creerlo. Cuando se le confirmó la invasión alemana quedó abatido. Otro hecho que parecía refrendar la maldición fue que tras volver Tamerlán a su lugar de descanso el VI Ejército germano falló en su intento de hacerse con Stalingrado cuando parecía que iba a lograrlo.    

Para saber más:
100 historias secretas de la Segunda Guerra Mundial, de Jesús Hernández
National Geographic
El Mundo
La Brújula Verde
ABC
La Vanguardia