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domingo, 2 de noviembre de 2025

La arena de Dunkerque

En un error, que bien pudo costarle la guerra, Hitler ordenó a las divisiones blindadas de primera línea detener su avance antes de llegar a Dunkerque. Existen explicaciones de por qué Hitler posibilitó que se llevara a cabo la evacuación de las tropas en Dunkerque, en lugar de lidiar con lo que podría haber sido una derrota aplastante para las fuerzas británicas, atrapadas en la estrecha línea de costa entre los blindados alemanes y el Canal de las Mancha. 

La arena de Dunkerque
Por un lado, es posible que Hitler permitiera que los británicos evacuaran a su fuerza expedicionaria como un gesto humanitario para atraer a Gran Bretaña a las conversaciones de paz ya que pensaba que los británicos eran un aliado natural. También estaba el cansancio acumulado por las tropas que no habían parado de luchar. Otra opción es, el deseo de dar el golpe final con la Luftwaffe.

Independientemente del motivo, Dunkerque se convirtió en el principal punto de evacuación a las Islas Británicas. Sin embargo, era un lugar poco conveniente debido a sus aguas insuficientemente profundas y la falta de un puerto operativo que sirviera para navíos grandes. Esta situación impidió que los buques de guerra británicos se acercaran lo suficiente a la costa para realizar un rescate a gran escala. Bajo un intenso fuego de la artillería y bombardeos de la Luftwaffe, entre los que se encontraban los bombarderos en picado Ju-87 Stuka, miles de soldados británicos, franceses y belgas hacían colas en la playa. Mientras, varias divisiones francesas ofrecían resistencia en los ochenta kilómetros del frente.

Dunkerque
El curso de una batalla puede ir de la derrota a la victoria por cosas aparentemente intrascendentes. En Dunkerque la arena de sus playas fue más importante de lo que a simple vista pueda parecer. El mariscal del aire Hermann Goering había prometido a Hitler aniquilar totalmente a las fuerzas enemigas que se habían concentrado en las playas. Sobre el papel, resultaba una operación muy sencilla. Sería como disparar en una caseta de feria. El mayor número de soldados se concentraban en un espacio relativamente estrecho de arena y un intenso bombardeo sería una auténtica carnicería. Pero en la práctica no fue así. Goering y sus mandos no habían tenido en cuenta las profundas arenas de las playas de Dunkerque y que las bombas que caían sobre ella terminaban hundidas antes de explotar. De este modo la onda expansiva y la metralla quedaban en parte amortiguadas por la arena, que se convirtió en una aliada de los ingleses. 

Dunkerque
Los ataques aéreos y artilleros alemanes llenaban la playa de feroces explosiones y los soldados comprobaban con sorpresa que en muchos casos no había que contabilizar ningún muerto ni herido. Si la playa hubiera sido más escarpada o con menos arena la promesa de Goering podía haberse cumplido con creces. Las bajas habrían sido cuantiosas y las operaciones de embarque, que ya fueron dificultosas, se habrían complicado aún más por la gran cantidad de heridos que tendrían que salvar. La ineficacia de los bombardeos llevó a que los temerosos soldados, que aguardaban el embarque, fueran perdiendo el miedo a las bombas (que no a los ametrallamientos) de los aviones de la Luftwaffe. Se protegían detrás de una duna o cualquier obstáculo y esperaban a que acabara el martilleo de las explosiones. 

Dunkerque
La aparición, en el cielo, de algunos cazas británicos también les sirvió para subir la moral. Como es evidente, es muy difícil saber hasta qué punto las arenas de las playas influyeron en el “Milagro de Dunkerque”, pero lo que si es cierto es que un montón de ingleses, franceses y belgas salvaron la vida gracias a ella. El esfuerzo heroico de la operación Dynamo llegó a superar las cifras más optimistas, consiguiendo rescatar a 340 .000 soldados aliados entre el 28 de mayo y el 6 de junio de 1940, muchos más de los 30.000 a 50.000 que Churchill esperaba salvar. 

A los soldados rescatados aún les quedaban cinco años más de guerra y muchos de ellos sufrieron serios efectos psicológicos, incluso algunos no consiguieron aguantar la presión de los constantes bombardeos y la incertidumbre ante la escasa posibilidad de poder volver a casa y se quitaron la vida en la playa.

Para saber más:
Episodios ocultos de la Segunda Guerra Mundial, de Juanjo Ortiz 
Las arenas de Dunkerque, de Richard Collier