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domingo, 30 de agosto de 2020

El hospital subterráneo de Budapest

Bajo el Castillo de Buda se encuentran unos 10 kilómetros de cuevas interconectadas, sótanos y túneles sinuosos, que los habitantes de Budapest no han dejado de utilizar, ampliar y reconstruir.

El hospital subterráneo de Budapest
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, siendo el castillo la sede del gobierno húngaro, las rutas estaban fortificadas, el número de accesos restringidos y los pasajes a menudo separados entre sí. Todo esto se llevó a cabo para que el sistema, con una profunda cueva de 10 a 15 metros, pudiera servir como un refugio antiaéreo en caso de bombardeo

Entonces, el alcalde de Budapest, el Dr. Károly Szendy, ordenó la construcción de un hospital de emergencia quirúrgica por debajo del castillo con el fin de utilizarlo como refugio y centro médico.

El hospital subterráneo de Budapest
Dr. István Kovács
La instalación se desarrolló partiendo del sistema de cuevas existente. Los trabajos avanzaron intensamente desde 1939 hasta 1944 y en febrero de 1944, las urgencias médicas del Hospital de Budapest empezaron a funcionar. Llegó a ser utilizado de forma intensiva después de los ataques aéreos estadounidenses en el mayo de 1944. En ese momento, el hospital se componía de tres grandes salas y una más pequeña

Una de las salas se dedicó exclusivamente a las mujeres, otra para los hombres civiles y otras para uso militar. El hospital estaba completamente equipado, quirófano, instalaciones de rayos X y sus propios generadores de electricidad para que funcionar de manera independiente de la red de electricidad de la ciudad. Su misión se convirtió en la prestación general de urgencias, por lo que recibió tanto personal civil como militar que había sido herido en los ataques aéreos.

Conocido como el "Hospital de la Roca", estuvo bajo la supervisión del Hospital de San Juan. El Dr. István Kovács, un ex cirujano militar fue nombrado como jefe de la cirugía. El Dr. András Seibriger se convirtió en su cirujano adjunto. Muchos deben su vida a la profesionalidad de los dos médicos y a su dedicación. Juntos, lograron organizar a cuarenta médicos en turnos rotatorios con el Hospital de San Juan y varias decenas de enfermeras voluntarias de la Cruz Roja.

El hospital subterráneo de BudapestDiseñado para dar cabida a 300 pacientes, en el momento del asedio ya había superado su capacidad. Según el testimonio de testigos presenciales, el hospital llego albergar de 650 a 700 heridos. Debido a la falta de espacio se amplió por otras cuevas. Las camas se pusieron juntas, dispuestas como literas para dar cabida a tres pacientes en cada nivel, al igual que las camillas y sacos de paja, a modo de colchón. 
Con el tiempo la tasa de mortalidad fue alcanzando niveles muy altos debido a las epidemias y la falta de medicamentos e instrumental médico.

Cerca de treinta médicos del servicio de trabajo forzoso trabajaron en el hospital. El jefe de la Policía impidió que miembros de la Cruz de Flecha (el Partido Nazi Húngaro) los deportaran vistiéndolos con uniformes médico del Ejército húngaro. Por esto, el Jefe de Policía, el doctor Imre Kálmány Koppány, fue inscrito en el muro del Holocausto, que recuerda a las personas que arriesgaron sus vidas para salvar a otros.

El hospital subterráneo de BudapestHacia el final del asedio, el 11 de febrero de 1945, 20.000 soldados del ejército del Eje que se encontraban rodeados por 40.000 tropas rusas intentaron romper el asedio pero fracasaron. Por ello el hospital se llenó de nuevo. 

Los soviéticos tomaron la ciudad el 13 de febrero. Las tropas soviéticas respetaron el hospital. Sin embargo, en una de las salas de la cueva anexa se produjo un tiroteo entre soldados alemanes heridos y tropas soviéticas que respondieron con fuego. De hecho, las primeras tropas soviéticas que entraron en el Hospital repartieron cigarrillos entre los pacientes tras asegurarse de que todos eran húngaros.

El cerco y el asedio de Budapest, duró desde diciembre 1944 hasta febrero 1945 y más tarde, los pacientes fueron trasladados sucesivamente a otros hospitales hasta que el "Hospital de la Roca" fue cerrado finalmente en julio de 1945.

Desde su cierre en 1945 hasta 2007 el hospital ha tenido diferentes usos, que van desde almacén de una fábrica de productos farmacéuticos (hasta 1952) pasando almacén de emergencia durante la guerra fría, hasta volver a ser hospital dentro del refugio nuclear. En la actualidad está convertido en museo y sus instalaciones son totalmente funcionales.

Para saber más:
Museo Hospital de la Roca
The World Thru My Eyes
Fotonazos
Intentando Recorrer el Mundo

domingo, 23 de agosto de 2020

Los españoles de Auschwitz

El campo de concentración de Mauthause-Gusen es conocido también como el "campo de los españoles" ya que por el pasaron más de 7.000 españoles (sobrevivieron unos 2.000), los "Spanier". Pero por otros campos, como el infame Auschwitz-Birkenau, también pasaron un destacado número de españoles. Entre 1940 y 1943, más de 9.300 españoles, un gran número de ellos republicanos exiliados, fueron internados en campos de concentración por la Alemania nazi, donde más de dos tercios de ellos perecieron. La mayoría de los poco más de dos mil que lograron sobrevivir no regresaron nunca a España. 

La prisionera española Feliciana Pintos Navas, nª 31734.
Detenida en Francia por formar parte de la Resistencia está marcada con una "F".
Los españoles estaban marcados por la "S".
Tan solo poco más de 400.000 prisioneros fueron registrados en el campo de Auschwitz-Birkenau y se desconoce el número y los nombres de gran parte de los 1.300.000 deportados ya que las SS destruyeron muchos de los registros en su huida de las tropas soviéticas que se aproximaban en enero de 1945. El día 27 el campo fue liberado.

Ficha de Dona Saban en Yad-Vashem
En el museo de Auschwitz-Birkenau se conservan tan solo unas 12.000 tarjetas de identificación y algunos miles más de certificados de defunción, cartas o tarjetas postales enviadas a los deportados. En total son menos de 100.000 documentos con los que identificar a las personas que pasaron por el campo.

En Auschwitz-Birkenau murieron más de un millón de personas, la mayoría de ellos judíos procedentes de Alemania y de los países conquistados por el III Reich. Muchos de ellos no fueron ni registrados. Según llegaban los enviaban a las cámaras de gas.

Tras una ardua investigación de la AMICAL de Mauthausen y otros campos y de todas las víctimas del nazismo en España y el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, completada con la investigación de Andrea Rodríguez se ha podido elaborar una lista de algunos de los españoles que pasaron por Auschwitz-Birkenau. Se calcula que la cifra total de españoles puede ascender a unos 1.200 deportados.

Los españoles y españolas localizados son en su mayor parte judíos, aunque tambien los había romaní e internados como presos políticos (según Auschwitz Exhibition):

Agustí Camí Francisco
Agustí Pérez Juan Bautista
Alagarda Ballester Amadeo
Albohair Samuel
Alonso Alonso María
Alonso Cueto Antonio
Ángel Eugenia Luisa
Anglada Calvet Roger
Avram Sara
Benaim Fadia
Berkmann (n. Valero) Oro
Canillar Nemesio Felipe
Cobet Jaime
Cohen Isidore
Cohen Ana Inés
Corteillo Joaquín
Delvaille Carmen
Delvaille Emile
Dufrau Laureano
Eskenazi Nissim
Fidi Maronna
Friedman Violeta
Gandía Bañón Juan
García Aragó Enrique
García Molina Antonio
Horschitz Irene
Klein Marcel
Koser Max
Levy Rafael
Levy Eugenia Raimunda
Liberman (n. Lelouch) Simona Paquita
López Juan
López Cabrera Andrés
López Martínez Leoncio
Manglano Bronte Sebastián
Maniello Rafael
Martín Ángel
Martín Miguel
Martinez Manuel
Martos/Goñi Ayestarán Lyzy/Higienia Luz
Meir Siegfried
Mezharaid (n. Elechan) Regina
Monter Ferris Pedro
Morand (n. Toros) Sebastiana
Nichli Isaaac
Pascual Oliván Miguel
Pintos Navas Feliciana
Pueblo Moreno Jesús del
Ravel Grua Ángel
Rocaspana Duar Ramón
Rose Eduardo
Saban Dona
Salinas Francisco
Saporta Raúl
Scherer Matilde
Stamreich Max
Taicon Palise
Toros Isidoro
Torres Sánchez Miguel
Valero Zelda
Wajnrit Mauricio
Wasserstrom Ernesto
Zawidiwicz Lea
Zawidiwicz Raquel

En el campo de mujeres de Ravensbrück hubo unas 200 españolas de las que sobrevivieron tan solo 28 y otros españoles y españolas fueron enviados a los campos de Buchenwald, Dachau y Sachsenhausen del que sobrevivieron 165 de 193 deportados españoles.

Para poder buscar deportados españoles el Ministerio de Cultura y Deporte dispone de una herramienta de búsqueda a través del portal de Internet PARES.

Juan Romero, pasó cuatro años en Mauthausen y con 101 años es el último superviviente español de los campos nazis. El día 22 de agosto de 2020 recibió el reconocimiento del Estado español de manos de Carmen Calvo, la vicepresidenta del Gobierno de España, en la localidad francesa de Ay. Un reconocimiento aunque tardío, muy merecido que recuerda a los más de 9.300 españoles que pasaron por los campos nazis.

domingo, 9 de agosto de 2020

¿Fue necesario lanzar las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki?

Después de 75 años de unos hechos que provocaron la muerte de 140.000 personas aún se plantean las siguientes preguntas: ¿Realmente fue necesario lanzar las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki? El lanzamiento de las bombas ¿realmente acortó la guerra y evitó millones de muertos?

Responder a estas preguntas siempre trae gran controversia. Pero también cabría preguntarnos si todos los responsables aliados estaban de acuerdo con el uso de estas terribles armas para llevar a Japón a firmar su rendición o si el Imperio del Sol Naciente ya estaba realmente rendido.

¿Fue necesario lanzar las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki?
La historia "oficial" dice que el presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman buscaba un golpe definitivo para acabar con el Imperio del Japón, a pesar de las victorias en el Pacífico. Iwo Jima y Okinawa había costado 76.000 bajas y Washington vaticinaba que el coste de la invasión de Japón, la Operación Downfall, sería devastador.

En su autobiografía, Truman escribió que "en Postdam dimos a los japoneses la posibilidad de rendirse y la despreciaron", así antes de decidirse a lanzar la bomba sobre Hiroshima (lo decidió el 3 de agosto). "Que nadie se llame a engaño: yo consideraba la bomba como un arma y jamás he dudado un segundo de que debiera emplearse". Se reunió con expertos de todas las áreas para "escuchar sus opiniones y consejos" y consultó sobre las bajas que se producirían en una invasión a Japón. Tambien habló con Churchill y este era partidario del uso de la bomba. Los científicos creadores de la bomba le propusieron, sin éxito, que el lanzamiento se realizara en una zona despoblada, ante observadores japoneses. El 6 de agosto se lanzó una bomba sobre Hiroshima y el 9 una segunda bomba sobre Nagasaki. Pero, en realidad, ¿tenía Truman otra opción? Como el general Groves comentó, cualquier jefe político que se hubiese negado a arrojar la bomba, habría sido "crucificado" si la invasión de Japón hubiese costado cara en vidas americanas.

¿Fue necesario lanzar las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki?
Las cifras que se barajaban para la Operación Downfall estaban en más de 1 millón de bajas, con unas 1000 bajas diarias, según el Almirante Chester Nimitz y el General Douglas MacArthur. Mucho peores eran las que barajaba el Departamento de Marina que las elevaba a los 4 millones. Entre los defensores japoneses las cifras llegarían a alcanzar los diez millones de bajas. Esto puede resultar excesivamente simplista si no se conocían los planes nipones de defensa. Ketsu-Go o "La gloriosa muerte de los 100 millones", era un plan que establecía que todos los hombres y mujeres de entre 15 y 60 años debían luchar por el emperador. En muchos casos armados solo con lanzas de bambú. Y ningún civil, incluidos niños, debía rendirse vivo a los estadounidenses.

Otro motivo que se considera sobre el uso de las bombas es que los soviéticos podían tardar unos tres meses en abrir un frente contra Japón y además eran militarmente los amos de Europa oriental y central, y las tropas estadounidenses, que efectuaban un efecto de contrapeso a las fuerzas del Ejército Rojo, se estaban preparando para controlar el Pacifico. Stalin se mostraba ambicioso en el reparto de Europa. Usar unas bombas que solo estaban en manos de los norteamericanos dejaría claro su poder ante la Unión Soviética.

¿Fue necesario lanzar las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki?
En el entorno del Presidente Truman había otros posicionamientos respecto al uso de las bombas. Por ejemplo, el General Eisenhower estaba en contra del uso de la bomba atómica por dos razones. Primero, porque consideraba que los japoneses estaban listos para rendirse y era innecesario golpearlos con una horrible bomba. Segundo, porque odiaba que los EEUU fueran los primeros en usar esa arma. Lo mismo opinaba el Secretario de Guerra Henry Stimson, que además, creía que Japón estaba buscando alguna forma de rendición que no dañara al Emperador Hirohito. No dudaba del uso de la bomba: "Soy testigo de muchas decisiones y declaraciones inflexibles y desgarradoras para simular que la guerra no es lo que es. El rostro de la guerra es el rostro mismo de la muerte y la muerte forma parte de cada una de las órdenes que da un jefe de guerra. La decisión de utilizar la bomba atómica ha causado la muerte de más de 100.000 japoneses, pero entre todas las que se presentaban, era la menos horrible. Ha puesto fin a la guerra, ha detenido los raids incendiarios y ha suprimido el espantoso espectáculo de un choque entre ambos ejércitos terrestres."

El Almirante William Leahy, asesor de Truman escribió en su libro de 1950, "I Was There", que "el uso de esta arma bárbara en Hiroshima y Nagasaki no fue de ayuda material alguna en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y listos para rendirse debido al efectivo bloqueo marítimo y al exitoso bombardeo con armas convencionales." El general Eisenhower era de la misma opinión: "Japón ya estaba vencido y lanzar la/s bomba/s era completamente innecesario. Ya no era una medida imprescindible para salvar vidas americanas".

¿Fue necesario lanzar las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki?
Esta posición está respaldada por el hecho de que su ejército de tierra fue derrotado en cada isla, la armada nipona estaba prácticamente aniquilada en su totalidad, sus mejores pilotos murieron en los ataques kamikaze y su Fuerza Aérea no pudo evitar los bombardeos diarios en las ciudades y centros industriales del Japón continental. A esto hay que sumarle el bloqueo marítimo que había cerrado el suministro de alimentos, petróleo y materias primas industriales de ultramar, vitales para la economía civil y militar de unas islas como el Japón. Según un estudio solicitado por Truman, al US Bombing Survey en 1946,: "[...] antes del 31 de diciembre de 1945 y con toda probabilidad antes del 1 de noviembre de 1945, Japón se habría rendido incluso si las bombas atómicas no se hubieran lanzado, aún si Rusia no hubiera entrado en la guerra [...]",

¿Fue necesario lanzar las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki?
Antes de la entrada de la Unión Soviética en la guerra contra Japón el 8 de agosto de 1945 con la invasión del estado títere del Imperio del Japón de Manchukuo, Japón esperaba que la URSS actuase como intermediario en las conversaciones con los EEUU para una posible rendición. Días después de la explosión de la bomba de Hiroshima se reunió el Consejo Supremo japonés para plantearse la rendición y aunque fue el día posterior a la bomba de Nagasaki (9 de agosto) no está claro si la reunión fue por la segunda bomba o porque los soviéticos eran una amenaza aún mayor que los norteamericanos. De hecho se plantearon la rendición sin condiciones.

La cuestión moral sobre el lanzamiento de las bombas atómicas siempre será un elemento discutible, pero no lo son sus efectos en el terreno militar.  

Vídeo en el canal de TRUFAULT "Historia Militar":



Para saber más:
Mr. Citizen, de Harry S. Truman

domingo, 2 de agosto de 2020

Los desertores que aterrorizaron París

Un desertor es un militar que ha abandonado su puesto sin permiso. A diferencia del término "Ausencia sin Permiso" usado para referirse a los soldados que dejan sus puestos temporalmente, los desertores son aquellos que no tienen la intención de volver y cumplir con su deber como soldado. Durante la Segunda Guerra Mundial, en el ejército estadounidense desertaron o se ausentaron sin permiso unos 50.000 hombres.

Uno de esos desertores fue el soldado norteamericano Steve Weiss. Con una idea idealizada de la guerra, Weiss se alistó en el ejército, cuando aún no había cumplida la edad mínima legal de 18 años Finalmente se desilusionó de la imagen noble de la guerra y se convirtió en un desertor, uniéndose a las pandillas de soldados estadounidenses en París que se dedicaban al delito en lugar de combatir en el frente. 
Otra historia es la del soldado Alfred Whitehead, que incluso siendo condecorado con las estrellas de plata y bronce por su valentía, también abandonó su unidad para unirse a una de esas bandas de delincuentes que actuaban en París.

En las semanas posteriores a la liberación, París fue golpeada por una ola de crímenes tan violentos que rivalizaban con la guerra misma. En esta situación de caos París era especialmente atractivo para estos desertores, con los famosos cafés y burdeles para entretenerlos. La ciudad también estaba sumida en el mercado negro, con soldados que vendían armas robadas. Un desertor siempre estará marcado con la etiqueta de cobarde, pero la vida del crimen que eligieron fue tan violenta y peligrosa como la guerra de la que huyeron.

Las pandillas de desertores eran extremadamente violentas, estaban fuertemente armadas con armas robadas al ejército y descargaban su voraz apetito sexual violando a jóvenes y niñas francesas. En 1944 y 1945, fue cuando la violencia de los desertores fue especialmente intensa, la Subdivisión de Investigación Criminal (CBI) del Ejército estadounidense, manejó 7,912 casos relacionados con crímenes relacionados con los desertores.

Más del 40% de los crímenes investigados fueron delitos violentos, como violación, asesinato o asalto. El 12% fueron delitos de robo, allanamiento de morada y disturbios. El resto eran delitos contra el ejército, como el comercio ilegal de bienes militares, como las armas o la corrupción, que incluye la venta de pases falsos y vehículos decomisados, por nombrar solo algunos casos. De todas las ciudades europeas, París fue la más golpeada con estos crímenes de violencia cometidos por soldados estadounidenses.

Por supuesto no todos los desertores tomaban parte en actividades criminales. Un ejemplo bastante significativo es el de Wayne Powers, un conductor realizaba una ruta de suministros desde Normandía a Bélgica. Un día, su camión fue asaltado y robado, probablemente por una banda de desertores. Al quedarse solo decidió regresar a un pueblo donde había conocido a una joven que le gustaba. En el pueblo la joven lo escondió en la casa y no salió durante 13 años.

Finalmente fue descubierto por un accidente automovilístico frente a la casa. Abrió las cortinas y la policía lo vio y entró a preguntar sobre el suceso y se dieron cuenta de que era estadounidense y probablemente un desertor. Lo llevaron arrestado a una base norteamericana en donde sería sometido a una corte marcial. La noticia llegó a los periódicos franceses y en dos días llegaron 60,000 cartas de franceses a la embajada estadounidense pidiendo su libertad, ya que desertó por amor. Aún así fue juzgado y sentenciado. Finalmente su sentencia fue conmutada, volvió con ella, se casaron y tuvieron dos hijos.

Otro caso curioso es el de Eddie Slovik, que nunca llegó a entrar en combate. A diferencia de la mayoría de los desertores, nunca intentó escapar; estaba mucho más contento con la vida en prisión que en el campo de batalla. Slovik fue el único hombre que fue ejecutado de 49 estadounidenses que fueron condenados a muerte por deserción durante la Segunda Guerra Mundial y que está entre los olvidados de la Parcela E del cementerio de Oise-Aisne, en Francia. Se afirma que Slovik dijo cuando supo que iba a ser ejecutado:
No me fusilan por desertar del Ejército de los Estados Unidos; miles de tipos han hecho eso. Tan solo necesitan dar un ejemplo con un tipo, y yo soy ideal porque soy un ex convicto. Robaba cosas de crío, y es por eso que me ejecutan. Me fusilan por el pan y los chicles que robé cuando tenía doce años.
Para saber más:
The Deserters: A Hidden History of World War II, de Charles Glass
LIFE
North Carolina Public Radio