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domingo, 27 de noviembre de 2022

La tragedia Wilhelm Gustloff

De entre las tragedias sucedidas en el mar la más destacada es, sin duda, la del transatlántico británico RMS Titanic que se hundió tras chocar contra un iceberg en el Mar del Norte en la noche del 14 de abril de 1912 y en la que murieron 1.514 personas. Pero la mayor catástrofe marítima fue la del Wilhelm Gustloff, que se hundió tras ser torpedeado por el submarino soviético S-13.

La tragedia Wilhelm Gustloff
El Wilhelm Gustloff era un navío mandado construir directamente por Hitler a los astilleros Blohm & Voss para ser utilizado por la Kraft durch Freude o Fuerza a través de la alegría (KdF), una organización dedicada a proporcionar vacaciones a los trabajadores alemanes. Sus camarotes, que eran de un lujo muy similar, podían alojar a más de 1.400 pasajeros.

En 1937 el magnífico transatlántico fue botado por el mismísimo Führer, con el nombre del fundador del partido nazi en Suiza. Pero según fue transcurriendo la Segunda Guerra Mundial su propósito fue cambiando: primero sus rutas y luego el tipo de transporte. Siendo hasta nodriza (vaca lechera) de submarinos.

Hasta 1939 realizó viajes de recreo hasta la isla de Madeira y posteriormente fue utilizado para recoger, en el puerto de Vigo, a la Legión Cóndor, que combatió en la Guerra Civil española a favor de las tropas alzadas al mando del general Francisco Franco.

Hasta 1940 fue un buque hospital que también transportaba a los militares alemanes a los diferentes frentes de batalla. Navegó al puerto polaco de Danzig un año después de la invasión de Polonia, más tarde participaría en la batalla y posterior invasión de Noruega. Entre 1940 y 1943, tras sufrir una  remodelación, se utilizó para transportar tropas, y alojar a miembros de la marina alemana. A fines de 1943 con la contraofensiva soviética en el frente oriental se ve obligado a transportar a los refugiados que huían, así pasó a ser un buque meramente de refugiados.

El Wilhelm Gustloff formaba parte de la Operación Aníbal, que consistía en rescatar y poner a salvo a cerca de 2 millones de alemanes que huían del Este ante el avance del ejército rojo, trasladándolos hasta los puertos de Kiel, Hel y Hamburgo.  En la operación tambien participaban los transatlánticos MV Goya y el SS General Steuben; y varios U-Boote, para proteger las aguas de navíos soviéticos.

El 30 de enero de 1945 a las 12:30 horas, con una temperatura de -18ºC, junto a otros barcos, partió del puerto de Danzig. A bordo viajaban oficialmente 8.956 pasajeros, aunque la cifra real llegaba a los 10.580, la mayoría civiles refugiados. A las 20:30 escuchaban el último discurso público de Adolf Hitler celebrando otro aniversario de la llegada al poder del partido nazi.

A las 21 horas se le indicó al buque que estaba en rumbo de colisión con un dragaminas. Al momento de encender las luces de navegación fue cuando, a sólo 25 millas de la costa, el submarino soviético S-13 al mando de Alexander Marinesko los avistó y ordenó lanzar cuatro torpedos contra el Wilhelm Gustloff. A las 21:16 horas el primer torpedo impactó en el buque, justo en la proa, poco después un segundo torpedo impactó en la piscina interior donde estaban alojadas un grupo de enfermeras de la marina. Apenas dos minutos después recibió un tercer impacto en la sala de máquinas, empezó a hundirse en el gélido mar Báltico, y de inmediato se ordenó evacuar a la mayor cantidad de personas en los botes salvavidas. El cuarto torpedo no llegó a salir del submarino soviético debido a una avería.

Como sucedió en el Titanic, se desató el pánico entre la tripulación y el pasaje. No había a bordo suficientes botes salvavidas para todos los ocupantes, únicamente disponían de balsas para unas 5.000 personas. Algunos, ante la desesperación saltaban a las frías aguas, donde la muerte por hipotermia llegaba casi al instante. Otros trataban de ir a los botes salvavidas colapsando las vías de evacuación, por lo que la tripulación tuvo que abrir fuego contra algunos hombres que pretendían ocupar el lugar de mujeres y niños. Tal fue la impotencia de algunos pasajeros que un oficial alemán prefirió disparar a su familia antes de que estos murieran ahogados o congelados.

Los barcos que acompañaban al Wilhelm Gustloff prestaron ayuda inmediata, ya que se encontraban a pocas millas, pudieron rescatar alrededor de 1.174 personas pero 9.405 perecieron ahogados o por las frías aguas del Báltico. Esto convirtió a esta tragedia marítima, a este crimen de guerra por parte de la Unión Soviética, en la mayor de la historia. El trasatlántico alemán tardó 45 minutos en hundirse, a unos 45 metros de profundidad.

SS General Steuben
En un principio los soviéticos afirmaron que unos aviones alemanes lo habían atacado y por eso se habría hundido. Cuando las pruebas en su contra se hacían demasiado evidentes intentaron destruir el barco hundido con explosivos, pero no se destruyó completamente y los restos quedaron divididos en tres partes. Posteriormente cambiaron la versión de lo hechos diciendo que por la oscuridad que existía en aquellos momentos el comandante del submarino S-13 no pudo ver qué el Wilhelm Gustloff era un barco hospital. Una versión difícil de creer, teniendo en cuenta que el S-13 diez días después cometió otro crimen de guerra al hundir el barco hospital alemán, SS General Steuben, provocando 4.500 muertos.

Además del Wilhelm Gustloff y el SS General Steuben, otros barcos hospital fueron torpedeados como el MS Goya, hundido el 16 de abril de 1945 por el submarino L-3. Según algunos cálculos se estima que murieron unos 30.000 alemanes, la mayoría civiles, en las evacuaciones marítimas que se realizaron durante la Operación Aníbal.

Para saber más:
La tragedia del Gustloff: relato de un superviviente, de Heinz Schön

domingo, 20 de noviembre de 2022

¿Quién envenenó a los hijos de Goebbels?

Hasta el día de hoy, el asesinato por envenenamiento de los seis hijos del jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels sigue estando envuelto en un halo de misterio, aunque todas las hipótesis marcan como principal sospechosa a su madre, Magda Goebbels.

En el búnker de Hitler pasaran los últimos días de sus vidas, pero los niños no lo saben. Helga, de 12 años, tiene los ojos y el cabello oscuro de su padre, Joseph Goebbels. Hildegard “Hilde” con 11, son las mayores. Luego están Helmut, Holdine "Holde", Hedwig "Hedda" y Heidrun "Heide".
El nombre de cada niño evoca el nombre del Führer, para quien Goebbels trabaja como jefe de propaganda. El único muchacho de la familia se llama Helmut, un niño de nueve años.

hijos de Goebbels
Harald Quandt (de uniforme) era hijo de un anterior matrimonio de Magda.
Berlín, finales de abril de 1945, la Cancillería del Reich. El búnker de Hitler, bajo tierra debajo de la Cancillería, es un lugar de hormigón gris, pasillos estrechos, puertas de hierro y luz fría. No es un lugar acogedor, especialmente para los niños que, solo unas pocas semanas antes, vivían una vida despreocupada e inocente, jugando con gatos y perros en una granja lejos de Berlín.

Los soldados rusos están a solo unos cientos de metros de distancia, y todos en el búnker piden a Joseph y a Magda que lleven a los niños a un lugar seguro. Incluso Hanna Reitsch, una célebre aviadora alemana, que voló a Berlín para sacar a Hitler de la ciudad sitiada les dice: "Dios mío, señora Goebbels, los niños no pueden quedarse aquí, aunque tenga que volar 20 veces para sacarlos de aquí". Pero los Goebbels siguen siendo inflexibles.

hijos de GoebbelsMagda rechazó varias ofertas para sacar a los niños de Berlín, como la de Albert Speer. Los niños parecían no darse cuenta del peligro inminente, pero la hija mayor, Helga, parecía sentir que los adultos le estaban mintiendo sobre el resultado de la guerra y les preguntó qué les sucedería.

El operador de radiotelefonía del búnker Rochus Misch fue uno de los últimos en ver a los niños vivos. Estaban sentados alrededor de una mesa mientras su madre les cepillaba el pelo y los besaba, todos vistiendo camisones ya que estaba cerca de la hora de acostarse. Heide, de 4 años, se había subido a la mesa. Helga, a quien Misch llamó "la más brillante de los niños", estaba llorosa justo antes de irse a dormir en esa noche final y tenía una expresión sombría. Misch advirtió que Helga sentía poco cariño por su madre. Magda tuvo que empujar a Helga hacia las escaleras que daban al dormitorio. Heide, que tenía amigdalitis y llevaba una bufanda alrededor del cuello, se volvió para mirar a Misch, riendo y bromeando diciendole: "Misch, Misch, du bist ein Fisch" (Misch, Misch, eres un pez), justo antes de que su madre se los llevara arriba. Misch recordó más tarde que sospechaba lo que iba a ocurrir y que siempre lamentaría no haber intervenido.

Para Magda, que es una fanática nazi que seguiría a Hitler a donde fuera, es mejor para sus hijos morir que vivir en desgracia y humillación. Joseph teme que Stalin pueda llevar a los niños a Moscú, donde les haría un lavado de cerebro para convertirlos en comunistas.

Historias de brutalidad y violación de las tropas soviéticas que avanzaban circulaban por todo Berlín, y hubo mucha discusión en el Führerbunker sobre si el suicidio era el medio medio para escapar de la humillación o el castigo que le darían los soviéticos. El matrimonio Goebbels y sus hijos estaban dispuestos a no abandonar Berlín por "razones de humanidad y lealtad personal" hacia el Führer.

hijos de Goebbels
Rochus Misch
Al día siguiente, Magda y Joseph Goebbels piden a Helmut Kunz, un dentista de las SS, que inyectara morfina a sus seis hijos para que, cuando estuvieran inconscientes, se pudieran romper las ampollas de cianuro en la boca y que no sufrieran dolor. Según el último testimonio de Kunz, inyectó morfina a los niños, pero fue Magda y el SS-Obersturmbannführer Ludwig Stumpfegger, el médico de Hitler, quien les administró el cianuro.

Rochus Misch dijo que Werner Naumann le contó que había visto al Dr. Stumpfegger darles a los niños algo "endulzado" para beber. Otra versión cuenta que a los niños les dijeron que se irían a Berchtesgaden a la mañana siguiente, y que la morfina se la administró Magda para sedarlos. Erna Flegel afirma que Magda tranquilizó a los niños diciéndoles que necesitaban tomar la morfina porque permanecerían en el búnker durante mucho tiempo.

El periodista James P. O'Donnell, autor del libro "The Bunker" junto al también periodista alemán Uwe Bahnsen, concluyó que, aunque probablemente Stumpfegger estaba involucrado en drogar a los niños, Magda los mató. Supuso que los testigos culparon de las muertes a Stumpfegger porque era un blanco conveniente, ya que murió al día siguiente. Además, Magda parece que había contemplado y hablado de matar a sus hijos al menos un mes antes.

Después de la guerra, la cuñada del industrial de la automoción Günther Quandt, Eleanore, recordó que Magda dijo que no quería que sus hijos crecieran sabiendo que su padre había sido uno de los principales criminales del siglo XX y que la reencarnación podría darles a sus hijos una mejor vida en el futuro.

En una carta escrita a Harald Quandt, su hijo de un anterior matrimonio, finales de abril de 1945, Magda le cuenta:
No merece la pena vivir el mundo que viene detrás del Führer. Por eso también he tomado a los niños, porque sería dolorosa la vida que llevarían después de nosotros. Un Dios misericordioso me comprenderá cuando yo misma les dé la salvación. 
hijos de GoebbelsLos cuerpos de los niños, en camisón y pijama, con cintas atadas en el pelo de las niñas, fueron encontrados en las literas de dos niveles donde fueron asesinados, cuando las tropas soviéticas entraron al búnker un día después.
Una autopsia soviética realizada al cuerpo de Helga observó "varios moretones negros y azules", lo que podría indicar que se despertó y luchó con su asesino. Una fotografía tomada durante la autopsia mostraba fuertes moretones en la cara de la niña. Las lesiones aparentemente fueron causadas cuando se la forzó a morder la cápsula de cianuro.

Para saber más:
La Región
El Diario
El Mundo
Military History
The Telegraph
Ranker

domingo, 13 de noviembre de 2022

La aldea escondida de Hoge Veluwe

El Parque nacional De Hoge Veluwe, uno de los más extensos de los Países Bajos, es visitado por más de medio millón de turistas cada año y es el legado único de una de las parejas más llamativas de la historia holandesa: Anton y Helene Kröller-Müller, que instalaron un museo en su interior. 

La aldea escondida de Hoge Veluwe
Pero este excepcional paraje natural esconde un secreto que es prácticamente desconocido hasta para los holandeses. Unas pequeñas cabañas semienterradas que se convirtieron durante la ocupación alemana en el hogar de un centenar de personas. 

La pequeña aldea oculta la componen nueve cabañas que se construyeron en 1943 para cobijar entre 80 y 100 personas. La dura persecución de los judíos en Holanda provocó que de los 140.000 judíos que vivían en el país, antes de la guerra, solo sobrevivieran 38.200. Los refugiados eran en su mayoría judíos semitas pero también se encontraban algunos desertores y estuvieron escondidos aproximadamente un año y medio. Este refugio se encuentra escondido en el corazón de este bosque de casi 55 kilómetros cuadrados situado muy cerca de Arnhem, el puente más lejano de la Operación Market-Garden.

La aldea escondida de Hoge Veluwe
La vida en esta pequeña aldea era muy dura, con el constante miedo a ser descubiertos. El día se pasaba permaneciendo en silencio y escondidos en las cabañas. Cuando llegaba la noche podían salir a buscar comida o ir a otra de las cabañas. Al principio no disponían de agua para beber o el aseo. Más tarde, lograron instalar una bomba de agua a la que solo se podía acudir al caer la noche.

El interior de las cabañas apenas tenía comodidades. Tan solo había unos estrechos bancos corridos en las paredes que servían para sentarse o tumbarse lejos de la humedad de la tierra. Pocas cosas más otorgaban algo de comodidad. Apenas se podía hacer fuego en el interior, y solo de noche, para que el humo no los delatara y con extremo cuidado de que no saliera luz al exterior.

La aldea escondida de Hoge Veluwe
Estas construcciones clandestinas fueron la iniciativa de un jurista de Ámsterdam que colaboraba con la resistencia y que construyó varios asentamientos similares diseminados por todos los Países Bajos.

El anonimato no duró mucho tiempo. En octubre de 1944, después de más de un año ocultos de los nazis, fueron descubiertos por unos cazadores que los denunciaron a las autoridades alemanas de ocupación. A pesar de ello casi todos los refugiados escondidos lograron escapar a tiempo. Solo ocho de ellos corrieron peor suerte.

Para saber más:

Het Nationale Park De Hoge Veluwe
Telemadrid
Disfruta Amsterdam
Kröller Müller

domingo, 6 de noviembre de 2022

Trece minutos para matar a Hitler

El 8 de noviembre de 1939, oculta dentro de una columna en el centro de la cervecería Bürgerbräukeller, en la que los jerarcas del partido nazi conmemoraban su fallido golpe de Estado de 1923, una bomba esperaba a Adolf Hitler.

En la cervecería Bürgerbräukeller, en Múnich, con una capacidad para más de 1800 personas, se realizaban mítines políticos y era un lugar de reunión de miembros del Partido Nacionalsocialista alemán (NSDAP), que incluían al mismísimo Führer, Adolf Hitler, y sus discursos incendiarios.

Durante 30 noches, el carpintero de ideología comunista Georg Elser se se quedó escondido en el interior del local. Cada noche trabajó concienzudamente para crear un hueco oculto en una de las columnas de la cervecería para camuflar una bomba con un mecanismo de relojería. Tras finalizar su trabajo, puso en marcha el mecanismo de relojería y se dirigió a Suiza.

Por cosas del destino o de la providencia, de la que Hitler haría gala en más ocasiones, el discurso de Hitler fue más breve de lo habitual y abandonó el local mucho antes que de costumbre. Pasadas las las 21 horas el Führer ya había abandonado el local. Trece minutos después, la bomba explotó y ocho personas fallecieron casi al instante y provocó varios heridos más.

Si el reloj de su artefacto casero hubiera estado programado para solo 13 minutos antes la historia del mundo hubiera sido muy diferente. Pero Elser quiso que la explosión llegara en el culmen del discurso del Führer. Una manera épica de acabar con el hombre que llevaría a Europa a la mayor guerra del siglo XX.

Elser fue detenido en la frontera y puesto en manos de la Gestapo. Tras ser torturado e interrogado, fue trasladado a los campos de concentración de Sachsenhausen y Dachau catalogado especialmente como "Prisionero especial del Führer" para ser juzgado en un juicio al final de la guerra junto a otros prisioneros que tenían su misma categoría. En los interrogatorios se le intentó relacionar con los servicios secretos británicos o con el opositor nazi Otto Strasser, pero todo lo llevó a cabo el solo. fracasaron.
Debido a que la guerra llegaba a su fin y Alemania estaba derrotada, el 9 de abril de 1945, fue asesinado en Dachau de un frio tiro en la nuca.

En las actas del interrogatorio de Georg Elser, encontradas en 1964, afirmó a sus interrogadores:
Quería evitar la guerra.
Nunca dudé de lo que hacía.
Tras este atentado, Hitler fue objeto de al menos 41 tentativas de asesinato. La más famosa fue la llevada a cabo por el Coronel Claus von Stauffenberg, el 20 de julio de 1944 en la Guarida del Lobo.​

En la Wilhelmstraße 49 de Berlín, antiguamente centro de poder nazi, se encuentra una silueta de su rostro en acero y 17 metros de altura erigido en su memoria en 2011. Muy cerca se encontraba el Führerbunker. Donde Hitler acabó con su vida en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.
En el lugar en el que se encontraba la cervecería Bürgerbräukeller hay una placa que recuerda a Georg Elser.

Para saber más:
ABC
El Diario
Wikipedia
Curiosity Beer
El Gran Capitán