lunes, 26 de noviembre de 2012

Casablanca, una película inmortal

El guión se iba escribiendo sobre la marcha, la Segunda Guerra Mundial había dejado a Hollywood sin galanes y Humphrey Bogart había entrado en la nómina de la película a última hora, sustituyendo nada menos que Ronald Reagan. En vez de Ingrid Bergman se había pensado en Hedy Lamarr y ni siquiera iba a estar ambientada en Marruecos, sino en Lisboa. Casablanca había nacido más como un filme de propaganda política que como la historia de un amor inmortal, cuyo exotismo sería reconstruido enteramente en los estudios e incluso algunos decorados, como la estación de París, fueron reciclados de otras películas de la Warner.


El título que se pensó en un principio fue el de la obra de teatro en la que se basa, "Everybody Comes to Rick's", pero finalmente se decidió "Casablanca". Así se forjaba una de las películas con más momentos inolvidables de las historia del cine, ganadora de tres Óscar, llena de diálogos inolvidables, interpretaciones antológicas de Bogart e Ingrid Bergman o de Claude Rains y Peter Lorre en papeles secundarios, y una música de Max Steiner para la eternidad.

Humphrey Bogart e Ingrid Bergman (Rick e Ilsa) eran una pareja perfecta, aunque él tuvo que colocarse cajas y cojines para contrarrestar los cinco centímetros que le sacaba la actriz sueca. Y aunque la canción que les remontaba a su pasado se llamaba As Time Goes By, se quedaron congelados en la retina de la audiencia.
En los cuarenta, existió el proyecto hacer una secuela (Brazzaville) sin Ingrid Bergman. Woody Allen la homenajeó en Sueños de un seductor y Steven Soderbergh hizo su propia "versión" en The Good German.


Casablanca se estrenaba un 26 de noviembre de 1942 y se convirtió en un clásico intemporal. Quizá porque nació más como un filme de propaganda política que como la historia de un amor inmortal pero el amor llega cuando menos se lo espera.

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