domingo, 27 de febrero de 2022

Las V-1 estadounidenses

Dentro de los planes de invasión estadounidenses a las islas del Japón, en la Operación Downfall, se planteaba el uso de una arma diseñada por lo que se conoce como "ingeniería inversa". Un proceso por el que se obtiene la información de un diseño, cuando no se dispone de sus planos o esquemas, mediante el desmontaje y la observación de las piezas que lo componen, para copiarlo o mejorarlo.

Las V-1 estadounidenses
Este proceso se llevó a cabo con la V-1, la bomba volante alemana

Los aliados supieron de la existencia de las V-1 desde el verano de 1942 gracias a los daneses que descubrieron un prototipo que cayó a unos 120 km del centro de investigación y lanzamientos de Peenemunde, fundado en 1937.

Con fotografías y bocetos de la V-1, los estadounidenses decidieron comenzar el desarrollo de bombas jet. El trabajo se le encargó a la Northrop Aircraft, que diseñó un avión de ala volante con dos turborreactores y 1800 kg de explosivos. El prototipo de la JB-1 (Jet Bomb-1) voló por primera vez en agosto de 1944, pero como un planeador. 

La gran oportunidad llegó unas semanas después de que cayeran las primeras V-1 sobre Gran Bretaña, el 12 de junio de 1944. En julio de 1944, los ingenieros estadounidenses ya tenían algunas V-1, que cayeron sin explotar, llegadas de Gran Bretaña y se pusieron a trabajar mediante ingeniería inversa con el motor Argus As 014 alemán, en Wright Field. Gracias a ello diseñaron, o más bien copiaron, la V-1, llamando a la bomba volante JB-2, el primer misil guiado producido en masa por los estadounidenses

Las V-1 estadounidenses
La JB-2 era prácticamente idéntica a la V-1 alemana, tan solo se diferenciaba ligeramente en el soporte y en sus dimensiones, siendo la JB ligeramente más larga (61 cm) y más ancha (6,35 cm de envergadura), así como una mayor superficie alar de 18,5 m2, cuando la V-1 tenía 17,7 m2. Unas diferencias inapreciables a simple vista. Tras diversas pruebas se decidió cambiar el sistema de guía alemán por una sistema de radar que se diseñó para una bomba de la armada

El primer lanzamiento de prueba de la JB-2 se realizó en la base aérea del Ejército, en Eglin en Florida el 12 de octubre de 1944. Tras diversos intentos fallidos por errores de calculo o fallos en los motores fabricados se consiguió pulir el diseño y se realizó un pedido inicial de 1,000 unidades, estimando llegar a las 75.000. La fabricación se diversificó en varias empresas. Las estructuras las fabricaría Willys-Overland, el motor los haría Ford, designado como PJ3; Heintz Co. se dedicaría a los controles de vuelo y guía y Monsanto diseñaría el sistema de lanzamiento mientras Northrop suministraba los trineos de lanzamiento. La primera entrega llegó en enero de 1945

Las V-1 estadounidenses
El mando supremo aliado decidió que en Europa se realizaría el bombardeo estratégico en detrimento de las JB-2, además en enero de 1945 el número de objetivos estratégicos en Alemania era cada vez más limitado y la guerra ya tocaba a su fin. La producción de las JB-2 siguió adelante, aunque reducida, para ser usada contra Japón. Dentro de la Operación Downfall se estudió realizar un bombardeo masivo durante varios meses antes de las operaciones de desembarco, utilizando los medios navales aéreos y las bombas volantes JB-2 lanzadas desde diferentes navíos y que estaban en camino cuando la guerra acabó en Europa.  

Las V-1 estadounidenses
El lanzamiento de las bombas nucleares sobre Hirshima y Nagasaki que llevaron a la rendición del Japón, cancelaron definitivamente la Operación Downfall y el 15 de septiembre se detuvo la fabricación de las JB-2 y ninguna fue lanzada sobre Japón. Hasta el final de la guerra se llegaron a fabricar casi 1.400 JB-2.

La guerra no detuvo el desarrollo de bombas volantes y se siguieron haciendo pruebas con las JB-2 que se habían fabricado hasta los años 50 y sirviendo como base de los primeros misiles de crucero superficie-superficie MGM.

En paralelo también se trabajó con las V-2, pero más dirigidas al proyecto espacial. De hecho, la primera fotografía tomada desde el espacio se realizó con uno de estos cohetes.

Hay cerca de una veintena de JB-2 repartidas por varios museos de EE.UU., así que si ves una V-1 con distintivos estadounidenses no es un error, los estadounidenses también tuvieron sus V-1. 


Para saber más:
The Evolution of the Cruise Missile, de Kenneth P. Werrell 

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