domingo, 28 de noviembre de 2021

Japón tras la Segunda Guerra Mundial

El 6 de agosto de 1945 el mundo cambio para siempre. Hiroshima quedó arrasada hasta los cimientos por la primera bomba atómica. Tres días después los Estados unidos lanzaron una segunda bomba sobre Nagasaki. 

El coste humano fue apocalíptico. 250000 personas perdieron la vida a consecuencia de las bombas. El 15 de agosto Japón se rinde y el 2 de septiembre firma la rendición a bordo del acorazado Missouri, en la bahía de Tokio.

El 30 de agosto llegaron a tierra japonesa los primeros 15000 soldados estadounidenses de las fuerzas de ocupación. Les seguirían más durante los siguientes 7 años. La primera misión fue la liberación de los presos de los campos de prisioneros, donde habían sido tratados de manera infame y donde muchos habían perecido. Los japoneses consideraban que la rendición era un deshonor y además no habían firmado la convención de ginebra.

Japón había quedado prácticamente devastado por los bombardeos iniciados 6 meses antes de la rendición. La vida de la población civil eran muy dura. Sus casas de madera habían desaparecido. Tenían que vivir dentro de cuevas, haciendo un agujero en el suelo y cubriéndose con lonas o en pequeñas chabolas construidas con los pocos escombros que estaban a su alcance. Un importante número de personas habían caído en una profunda depresión por la destrucción y la derrota. Habían perdido la voluntad de vivir.

En los primeros meses de ocupación estadounidense 120.000 niños huérfanos vagaban por las calles. De ellos, unos 50.000 no encontraban a sus familias por culpa del caos de la guerra. Tenían que buscarse la vida ellos solos.

La escasez de alimentos era un asunto especialmente grave. Las mujeres hacían larguísimas colas con sus niños a la espalda para poder conseguir un poco de agua o comida. Con las raciones que daba el gobierno japonés era practicante imposible sobrevivir. Para intentar paliar el problema, el gobierno nipón les decía que intentaran aumentar la ingesta de alimentos con ratas o insectos. Si los ocupantes no adoptaban medidas para evitar la hambruna, la mortandad sería muy elevada.

Alimentarlos era algo más que una cuestión humanitaria. El riesgo de revueltas crecía con el hambre. Tras grandes esfuerzos, el general McArthur, logró que parte de los alimentos que estaban almacenados en previsión de una invasión a Japón se distribuyera entre la población nipona.

Otra cuestión a la que se enfrentaban los ocupantes eran las mentes de los japoneses. Las tropas japonesas habían luchado, matado y muerto por su emperador y según el siontoismo, el emperador es un dios. 

Hirohíto estaba a la cabeza de la lista de criminales de guerra japoneses y, como tal, debía ser juzgado. Pero McArthur tenía otros planes para el emperador. Hirohíto se mantendría en el trono a condición de que apoyara todas las decisiones  del ocupante norteamericano que sirvieran para transformar la sociedad japonesa. De este modo pudo llegar a las mentes y los corazones de los nipones. Si el emperador hubiera sido juzgado, muchos japoneses se habrían suicidado o se habría desatado la violencia en el país.

En octubre de 1945, se ordenó la liberación de miles de presos políticos y la temible Kempeitai fue disuelta, mientras se hacia una purga en el gobierno japonés, colocando en su lugar a japoneses que creían en dar un cambio radical a su país, para darle más estabilidad y prosperidad, con la ayuda de los norteamericanos.

El problema sanitario en Hiroshima y Nagasaki era muy preocupante. A las victimas de las explosiones había que sumar las que sufrieron tremendas quemaduras y las que comenzaban a padecer enfermedades a causa de la radiación. Entre las enfermedades estaba la aparición de unos queloides que producían dolor y picazón, problemas hepáticos o de tiroides y las llamadas Cataratas de Bomba atómica, que producían ceguera por culpa de la radiación. Pero el trabajo de tratar a las victimas recayó prácticamente en exclusividad en los médicos y sanitarios japoneses. Los médicos estadounidenses tan solo se preocupaban de los efectos que la radiación producía en las personas, incluso crearon una comisión para ello, pero no prestaron demasiada atención en cómo curarles.

En materia política, McArthur quería que las instituciones japonesas promulgaran una constitución. En febrero de 1946, después de ver que estas eran incapaces de cambiar, McArthur decidió imponer su propia constitución. Esta constitución daría un nuevo vuelco a las costumbres tradicionales japonesas, en especial a los derechos de las mujeres y la igualdad ante la ley. Uno de sus artículos más importantes incluía la prohibición de tener un ejercito que fuera capaz de llevar al Japón a la guerra. Este artículo se ha cumplido escrupulosamente hasta la actualidad. Convirtiéndolo con ello en uno de los países más pacifistas del mundo.

El 10 de abril de 1946 se celebraron las primeras elecciones libres en la historia japonesa, donde las mujeres pudieron ejercer el derecho al voto y en las que se aprobó masivamente la nueva constitución, que aunque fue redactada por los americanos se ajustaba al pueblo japonés. 

A partir de entonces Japón se enfrentó a nuevos retos, como la repatriación de varios millones de japoneses entre los que se encontraban los soldados que se convirtieron en parias, ya que se les consideraban culpables de la derrota y la vergüenza de la nación y no recibieron ninguna pensión del estado hasta casi dos décadas después. Como para la mentalidad nipona la rendición era un deshonor, muchos terminaron suicidándose.

La capacidad de trabajo y honor del pueblo japonés lo llevó a levantarse de la destrucción y la derrota llevándole a ser uno de los países más poderosos del mundo, sin abandonar sus tradiciones. Y de ser un enemigo de Estados Unidos a ser uno de sus mayores aliados en Oriente y el Pacífico.  

Video en Academia Play, el mayor canal de divulgación en castellano:


domingo, 21 de noviembre de 2021

Ser negro en el III Reich

El racismo hacia los negros era común en Europa y América en los siglos XIX y principios del XX. Aunque tales prejuicios tenían una larga historia, en este periodo aumentaron con el desarrollo del darwinismo social, una "pseudociencia" que afirmaba que algunos grupos raciales eran genéticamente superiores a otros, por lo que se crearon los infames "zoológicos humanos". Estas ideas se utilizaron para justificar el imperialismo europeo del siglo XIX, cuando casi toda África fue ocupada por varios países europeos.

Ser negro en el III Reich
Los europeos que se establecieron en las colonias a menudo tenían actitudes extremadamente racistas hacia los africanos, y el imperio alemán no fue la excepción. Cuando Alemania perdió sus colonias después de la Primera Guerra Mundial, muchos alemanes regresaron a sus hogares y contribuyeron al crecimiento de los grupos de extrema derecha. Al mismo tiempo, el imperialismo condujo al desarrollo de una población negra en Alemania.

Algunos africanos, principalmente hombres jóvenes, fueron a trabajar o estudiar en Alemania y después de la Primera Guerra Mundial se les unieron otros que habían servido a los alemanes como soldados. Había entre 20000 y 25000 afroalemanes en la Alemania de entreguerras.

Ser negro en el III Reich
"600 bastardos acusan, el legado de los
crímenes negros contra los renanos"
La población afroalemana incluía un número significativo de personas de familias de raza mixta. Por lo general, eran hijos de colonizadores alemanes que se habían casado con mujeres africanas o de mujeres blancas que tenían relaciones con personas negras que trabajaban en Alemania. Esto demuestra, que a principios de siglo, el racismo no se daba en toda la sociedad alemana.

La población negra de Alemania era relativamente pequeña y en la década de 1920 no era una preocupación importante para grupos racistas como el Partido Nacionalsocialista.
Además de los negros alemanes originarios de las colonias, estaban los que procedían de la región perdida de Renania, que las tropas francesas ocuparon tras el Tratado de Versalles, hasta 1930.

Francia, que también tenía sus colonias en el norte y el oeste de África, usó al menos 20000 soldados africanos, para vigilar Renania, y algunos de ellos tuvieron relaciones con mujeres de origen alemán. De estas relaciones nacieron varios cientos de hijos mestizos a los que se le llamó, ya en los años 20, los "bastardos de Renania", porque por entonces se consideraba a los soldados africanos como depredadores sexuales que habían abusado de mujeres alemanas de raza pura que se vieron obligadas a dar a luz a seres de raza impura.

Esa idea la aplica Hitler al antisemitismo y relaciona a los negros con los judíos. En Mein Kampf, escribe:
Fueron y son los judíos quienes traen los negros a Renania, siempre con el mismo pensamiento secreto y un claro objetivo de destruir la odiada raza blanca por la 'bastardización' necesariamente resultante.
En abril de 1933, el Instituto de Antropología Kaiser Wilhelm, uno de los centros líderes de la "ciencia racial", recomendó que los niños fueran esterilizados para evitar que su "sangre extraña" pasara a otros alemanes, según una ley de 1933 que establecía la esterilización obligatoria de personas con enfermedades hereditarias y discapacitados.

Ser negro en el III Reich
El congoleño Jean Voste el único prisionero negro en Dachau
En 1935, se aprobaron las Leyes de Núremberg, que posteriormente se modificaron para incluir a los negros y a los gitanos en la misma categoría que los judíos. Dos años después al menos 385 niños mulatos de Renania fueron objeto de esterilización forzada, a menudo sin anestesia. Entre ellos estaban Thomas Holzhauser y Hans Hauck, hijo de un soldado argelino y una alemana aria. También hay evidencia de que algunos fueron víctimas de experimentos médicos.

Estas políticas no se aplicaron a otros afroalemanes, incluidos niños de razas mixtas de otras partes del país. Sin embargo, se enfrentaron una discriminación generalizada que dificultó la obtención de empleos y se les prohibió asistir a la universidad. Algunas personas negras pudieron hacer carreras en la industria del entretenimiento, tomando pequeños papeles en películas, como el actor nacido en la colonia alemana del África Oriental, Mohamed Husendonde o en espectáculos itinerantes de "danza y canción africana tradicional", como una continuación de los zoológicos humanos. También se siguió una política racista hacia el jazz, que los nazis llamaban "música degenerada", presentándola como una música utilizada por los judíos estadounidenses para corromper a la sociedad alemana. Fue prohibido en la radio pública en 1935.

Para saber más:
Forgotten Victims: Blacks in the Holocaust, de Robert W. Kesting
Germany's Black Holocaust: 1890-1945: Details Never Before Revealed!, de Firpo Carr
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domingo, 14 de noviembre de 2021

Fugarse usando juegos de mesa

¿Quién no ha jugado alguna vez a los naipes, al dominó, al Trivial o al Monopoly con los amigos o la familia?. Pues durante la Segunda Guerra Mundial estos "inofensivos" juegos sirvieron para que los soldados aliados, hechos prisioneros en los campos de concentración alemanes, pudieran fugarse.

Fugarse con juegos de mesa
Empecemos por uno de los juegos de mesa más populares de la historia y del que se han hecho numerosas versiones: el Monopoly. de este juego en 1941 se editó una versión que era un tanto especial. Utilizada por el servicio secreto británico.

En el servicio secreto británico operaba el MI9, que durante la Segunda Guerra Mundial se ocupó de ayudar a los combatientes de la resistencia en los territorios ocupados y de liberar a los soldados capturados. En 1941 dentro del MI9 se ideó un plan para hacer llegar instrucciones, dinero, pequeños objetos y, sobre todo, mapas que facilitasen la huida de los prisioneros camuflados en los juegos de Monopoly

El MI9 contactó con John Waddington Ltd., la empresa que tenía la licencia en Gran Bretaña para fabricar el juego, y les indicaron las correspondientes órdenes e instrucciones para manufacturar, en secreto, esta edición "especial". De esta edición de 1941, se fabricaron diferentes versiones. Estas estaban adaptadas a las diferentes zonas de Europa a la que se iban a enviar. 

Fugarse con juegos de mesa
Cada uno de estos Monopoly era un completo kit de fuga, incluía un mapa de la zona confeccionado en seda y tinta especial, ya que el papel se podía deteriorar si se mojaba; dinero de curso legal del país correspondiente, instrucciones y contactos de la resistencia y pequeñas herramientas, como limas o brújulas, camufladas en las fichas metálicas. También se marcó el tablero para avisar de que era la edición especial con un punto rojo en la casilla de aparcamiento gratuito. 

Es imposible saber cuántos, de los más de 35.000 prisioneros de guerra que lograron escapar, lo hizo gracias a esta edición del Monopoly porque el servicio secreto obligó a mantener el plan en completo secreto para no comprometer a la Cruz Roja y poder seguir utilizándolo en posteriores ocasiones. Tras la guerra muchos de los mapas se utilizaron para confeccionar vestidos de mujer. Algunos de ellos se pueden ver en diversos museos de moda. 

Posiblemente el juego más popular entre la tropa fueron los naipes. Al igual que con el Monopoly los servicios de inteligencia de estadounidense y británico supieron ver la oportunidad de utilizar las barajas de cartas para ayudar a escapar a sus soldados. Para ello recurrieron al fabricante de barajas Bicycle para esconder mapas dentro de las cartas.

Fugarse con juegos de mesa

Bicycle ideó una baraja muy especial. Las cartas estaban formadas por dos capas de cartulina entre las que se encontraba una porción de un mapa. Las dos capas se hallaban pegadas por una cola soluble al agua. De este modo al mojar ligeramente los naipes estos se podían "pelar" y obtener el mapa de su interior mientras el naipe se podía volver a utilizar sin despertar las sospechas de los guardias. Al reunir los 52 naipes se obtenía un mapa completo de la zona en el que se incluían rutas de escape, caminos poco transitados y lugares para esconderse camino de la frontera a un país neutral. Los cuatro ases contenían un mapa a pequeña escala de Europa y el Joker tenía la llave o leyenda del mapa.

Se desconoce el número total de fugados con este sistema, pero si se sabe que 32 prisioneros pudieron escapar del Castillo de Colditz, desde el que se planeo una de las fugas más impresionantes de la Segunda Guerra Mundial, aunque nunca se llegó a realizar.

Fugarse con juegos de mesa
Además de estos juegos tan populares, también se utilizaron, tableros de serpientes y escaleras, juegos de ajedrez, cubiletes y dados. El interior de tableros de Cribbage se utilizó para esconder partes de aparatos de radio. 

Esto no se podría haber hecho sin la inocente colaboración de la Cruz Roja Internacional, que desconocía por completo lo peculiar de estos juegos de mesa. La Convención de Ginebra permitía a los prisioneros de guerra recibir paquetes siempre que fuesen entregados por la Cruz Roja, pero esta no podía intervenir en las fugas ya que los nazis podían tomar represalias, como restringir los envíos de paquetes o medicamentos así que los servicios secretos crearon organizaciones benéficas ficticias. Tanto el Monopoly, los naipes y el resto de juegos de mesa, se mantuvieron en secreto durante años, incluso después de acabada la guerra ya que con su envío habían violado la Convención de Ginebra, al introducirlas clandestinamente en los paquetes de la Cruz Roja.

Igualmente se utilizaron otros sistemas, como lápices que parecen perfectamente normales y utilizables, pero que contenían un mapa de seda o tejido enrollado muy apretado en su interior y una brújula en miniatura bajo la goma situada en la parte superior. Los lápices se distinguían por estar pintados de verde oscuro (los lápices de guerra no estaban pintados) y el número estampado en el lápiz indicaba qué mapa contenía. Hay muchos más, como cajas de galletas, botones, discos de gramófono, etc. 

Para saber más:
Great Escapes: The Story of MI9’s Second World War Escape and Evasion Maps, de Barbara Bond 
Los Animales y la Guerra, de Gonzalo Lorén Garay 
Hubpages

domingo, 7 de noviembre de 2021

La batalla del Wolframio

La España de Franco fue uno de los más importantes escenarios de la guerra económica entre nazis y aliados durante la Segunda Guerra Mundial, y el episodio quizá más importante de esa lucha sea la "Batalla del Wolframio".

La batalla del Wolframio
El wolframio, wólfram o tungsteno, con importantes yacimientos desde Córdoba a A Coruña, ocupando todo el Oeste de España y el Centro y Norte de Portugal, es un metal relativamente escaso. Su mejor cualidad es que presenta un punto de fusión tremendamente alto con unos 3.422º centígrados, lo que le da una gran resistencia a las altas temperaturas. Solo el diamante le supera en dureza. Este mineral permite la fabricación de aceros de gran dureza y por eso es utilizado en la industria armamentística para el endurecimiento de las puntas de las granadas antitanque, motores de aviación, cohetes, etc. Lo que no está claramente demostrado es el uso del wolframio en el blindaje de los panzers alemanes. Existen informes aliados en los que no aparece como uno de los materiales de su composición. 

De no tener prácticamente ningún valor antes de de la guerra, el wolframio se convirtió con el conflicto en un metal de altísimo valor estratégico, sobre todo para Alemania. Ya lo dijo Hans Heinrich Dieckhoff, embajador alemán en  España entre 1943 y 1945: "Para nosotros el wolframio es como la sangre para el hombre". Para España significaba poder saldar la deuda adquirida con Alemania durante la Guerra Civil.

La batalla del Wolframio
Debido a su importancia estratégica el wolframio español llegó a costar 285.000 pesetas, de los años 40, por tonelada. Estos precios se consiguieron debido a la elevada demanda de Alemania y de los aliados que lo hacían para dificultar su adquisición por parte de los nazis. Los aliados realmente no lo necesitaban ya que tenían el molibdeno otro metal de similares características y en grandes cantidades. Aun así, Estados Unidos aún mantiene una importante reserva de wolframio.

Roosevelt, en 1941, meses antes del ataque japonés a Pearl Harbor, empezó a cambiar su estrategia hacia España. En noviembre de 1943, tras la Conferencia de Teherán, que estableció la primera fecha del desembarco de Normandía, Washington, contrario al régimen de Franco, tomó la decisión de cortar el envío de petróleo a España hasta que el régimen franquista no suspendiese sus ventas de wolframio a Alemania. Al menos durante los seis meses siguientes, que era el plazo necesario para que la falta del wolframio en la industria de guerra alemana provocase la pérdida de su capacidad militar ante el previsto desembarco aliado.

Francisco Gómez-Jordana, ministro de Asuntos Exteriores español, logró con el apoyo del embajador norteamericano Carlton J. H. Hayes, partidario de más flexibilidad con el Gobierno español, que se abriesen negociaciones para hallar una solución a esa dura medida norteamericana, mientras se suspendiese la venta de wolframio a los nazis. Esas negociaciones llevadas a cabo entre enero y abril de 1944, se convirtieron en la parte más importante de la "Batalla del Wolframio".

La batalla del Wolframio
Antiguas instalaciones mineras de Varilongo, en Santa Comba
El asunto era de tal importancia que en las negociaciones intervinieron directamente Roosevelt, Churchill y Franco, y no sólo estuvieron a punto de causar una división entre norteamericanos e ingleses por la postura americana debido a sus intereses en España, sino también las diferencias entre Gómez-Jordana y Demetrio Carceller, ministro de Comercio e Industria y el sector falangista, más afín a los nazis y contrario a esa negociación.

Franco, como durante todo el conflicto,  tuvo ante la negociación un doble juego. No desautorizó la actitud de los que se oponían a la negociación, aun queriendo llegar a un acuerdo con los aliados. EEUU cedió en las conversaciones para no romper su alianza con los ingleses y el 4 de mayo de 1944 se firmó el acuerdo que permitía la venta limitada del wolframio español a los nazis. En la "Batalla del Wolframio" el verdadero derrotado fue el presidente Roosevelt.

El Wolframio llegó a tener tanta importancia que a un agricultor gallego le ofrecieron comprarle su casa por 20000 reales. Pero lo que realmente querían de la casa eran tan solo sus paredes, no el terreno. Así que el labriego accedió y con ese dinero se construyó otra casa mucho mejor. Al fin y al cabo las piedras las había por todas partes y gracias a ello muchos gallegos pudieron ganar dinero y salir de la miseria.

Un importante número de minas de wolframio tenían destacamentos penales en los que los presos redimían sus penas con trabajo, como el Destacamento Penal Mina "El Eje", en Ourense, que proporcionó wolframio a Alemania desde finales de 1942 hasta julio de 1944, que fue cerrado ante la presión Aliada. En el destacamento trabajaron 461 presos políticos y de guerra junto a cientos de personas de los pueblos de la comarca.

Para saber más:
La Batalla del Wolframio: Estados Unidos y España de Pearl Harbor a la Guerra Fría (1941-1947), de Joan María Thomás
Los años del Miedo, de Juan Eslava Galán
Watertown Arsenal Laboratory


lunes, 1 de noviembre de 2021

La Prisión de Pawiak

El origen de esta prisión se remonta al año 1830 y los primeros presos llegaron en 1835.

La prisión estaba situada entre las calles de Dzielna, Wiezienna y Pawiak, de la que recibiría su nombre el complejo penitenciario y que traducido sería: pavo real.

La Prisión de Pawiak
Con los años el número de internos e internas fue aumentando y fue necesario separar el módulo de mujeres. Para ello se habilitó un edificio anexo a la prisión, que antes se utilizó como hospital durante la guerra ruso-turca de 1877-1878.

Desde sus inicios, junto a los presos comunes también había presos políticos. Tras el levantamiento de enero de 1864, llegaron a Pawiak los participantes en la sublevación, como los miembros del Gobierno Nacional y el líder de las tropas polacas alzadas: Romuald Tragutt, que fue ejecutado en la ciudadela de Varsovia. Junto a ellos además se encontraban miembros de diversas organizaciones políticas que lucharon contra las autoridades zaristas.

La Prisión de Pawiak
El periodo más trágico, duro y cruel en la historia de la prisión de Pawiak fue durante la ocupación alemana de Polonia (1939-1944). En la prisión fue en donde la Gestapo realizaba la mayor parte de sus interrogatorios. Las autoridades de ocupación estaba dispuesta a acabar con las élites polacas con el fin de eliminar toda resistencia y convertir a los polacos en simples súbditos del III Reich. Esa política convirtió a Pawiak en uno más de los crueles eslabones del sistema de terror que instauró el nazismo en tierras polacas.

Los presos pertenecían a todos los grupos sociales y en la prisión estuvieron recluidos desde miembros de organizaciones clandestinas hasta simples transeúntes que tuvieron la mala suerte de encontrarse en el peor lugar y en el peor momento. A las instalaciones no solo llegaban hombres o mujeres solas, también llegaban familias enteras, con niños pequeños o mujeres embarazadas. Algunas de ellas abortaron debido a las palizas.

La Prisión de Pawiak
Entre los presos más célebres que pasaron por Pawiak se encuentran, entre otros personajes eminentes polacos: Irena Sendler. "El Ángel del Gueto de Varsovia" o el fraile franciscano Maximilian Kolbe, quien dio su vida por un desconocido en el campo de concentración de Auschwitz. Irena Sendler tuvo más suerte. Condenada a muerte por sacar a 2.500 niños judíos del gueto, logró escapar gracias a un soldado quien después de ayudarla a evadirse la apunto en la lista de ejecutados. Falleció en 2008 a los 98 años. 

Las condiciones de vida en las celdas eran muy duras: celdas al triple o el cuádruple de su capacidad (de 3 personas a 10 o 18), ridículas raciones de comida, el constante acoso y extrema brutalidad de los carceleros alemanes; y la constante proximidad de la muerte. Pasar a las celdas 265, 267 y 268, en el módulo masculino y a las 8 y 9 o la capilla, en el módulo de mujeres, significaba la muerte inminente.

Se calcula (no hay datos exactos) que en el periodo de ocupación alemana pasaron por la prisión de Pawiak cerca de 100.000 prisioneros, de los que 37.000 fueron ejecutados y unos 60.000 fueron deportados a los campos de concentración.

En la pared de una de las celdas aún se puede leer:

¡Es fácil hablar de Polonia. Más difícil es trabajar por ella. Aún es más difícil es morir y lo más difícil es sufrir!

Ante la proximidad del frente los alemanes iniciaron la liquidación de la población reclusa. Por ese motivo, el 19 de julio de 1944, algunos presos iniciaron un motín, con apoyo del exterior, pero este fracasó. El líder del motín, el ucraniano Wachmeister Petrenko se suicidó junto a otros amotinados. Como represalia, los alemanes ejecutaron al día siguiente a 380 presos. 

La Prisión de Pawiak
El 30 de julio de 1944, se envió el último transporte de 1.400 prisioneros varones a Gross-Rosen y 400 mujeres a Ravensbrück. Solo unos pocos prisioneros lograron sobrevivir.

Los alemanes llevaron a cabo ejecuciones masivas de los prisioneros restantes entre el 13 y el 18 de agosto, durante el Levantamiento de Varsovia.

El 21 de agosto, los alemanes en su huida de la capital polaca, volaron por los aires el complejo carcelario de Pawiak y quedaron destruidos la mayor parte de los archivos de los prisioneros. Por lo que probablemente nunca se conozcan los nombres de todos los hombres y mujeres que sufrieron entre los muros de Pawiak. El destino de Pawiak fue el mismo del resto de Varsovia que quedó prácticamente borrada del mapa.

La Prisión de Pawiak
Los pocos restos que quedaron de la prisión (recuperados parcialmente en los 60), son en la actualidad un museo que, a pesar de estar fuera de las típicas rutas turísticas, es un lugar muy especial en la historia de Varsovia y Polonia al ser un recuerdo a los patriotas polacos que lucharon, primero contra los rusos y posteriormente contra los alemanes

Todos los primeros de octubre se celebran los "Días de la Memoria de Pawiak" en los que se homenajea a los supervivientes y a los familiares de los que pasaron por las celdas de esta infame prisión. 

El museo de la prisión de Pawiak se puede visitar de miércoles a domingo entre las 10:00 y las 17:00. Los jueves la visita es libre.
 
Para saber más: