jueves, 30 de octubre de 2014

Hollywood se va a la guerra

Hollywood ha tenido en los seis años que duró la Segunda Guerra Mundial el marco perfecto para situar películas bélicas, desde las que son pura propaganda realizadas durante el conflicto hasta las más recientes como Monuments Men o Corazones de Acero.

Clark Gable
Muchos grandes actores de la época han encarnado a los héroes del conflicto, como John Wayne o Errol Flynn, pero muchos de ellos no solo protagonizaron películas también lucharon en primera línea.

Clark Gable, sobre el que Hitler puso precio a su cabeza, sirvió de artillero en un bombardero, y James Stewart, que completó 20 misiones de bombardeo sobre Alemania. Su excelente hoja de servicio muestra que pasó de soldado a coronel en menos de cuatro años. Tras la guerra pasó a la reserva, donde llegó a general de brigada. Junto a Stewart sirvió también Walter Matthau como radio-operador y artillero

Otros que sirvieron en las fuerzas aéreas fueron Charlton Heston, como artillero y observador en un bombardero B-25 y Charles Bronson que hizo lo propio en un B-29. Como piloto de un bombardero también estuvo Jack Palance y como mecánico aeronáutico trabajó Rock Hudson.

El también actor David Niven, hijo de un teniente que murió durante la campaña de Gallipoli,  luchó en el ejército británico, en los reales fusileros y llegó a participar en el Desembarco de Normandía. El también británico Alec Guinness participó en la guerra en la Royal Navy, participando en las operaciones de desembarco en la isla de Sicilia.

Henry Fonda obtuvo la medalla de Bronce luchando en la Marina, en la que también sirvió Glenn Ford como Marine. Otro marine fue Lee Marvin, famoso por los "12 del Patíbulo".

Tony Curtis se alistó con 17 años en la Marina de Estados Unidos, sirviendo en el submarino USS Dragonette y luego fue transferido al navío auxiliar USS Proteus que participó en la Bahía de Tokio en la ceremonia de rendición de Japón que se firmó en el Acorazado Missouri.

En la US Navy tambien sirvieron Paul Newman, que fue artillero de un Grumman TBF Avenger y operador de radio al USS Bunker Hill y Kirk Douglas, que fue oficial en una unidad antisubmarina.

El simpático actor británico de comedias Cary Grant trabajo como espía para en Hollywood tratando de identificar adeptos a los nazis. Mel Brooks, otro de los reyes de la comedia, fue artificiero.

Marlene Dietrich
Una actriz que tuvo un papel activo durante la guerra fue Audrey Hepburn trabajo para la Resistencia holandesa, como enlace y ayudando a los soldaod aliados que quedaron tras las lineas enemigas tras el desastre de la Operación Market-Garden.

Las mayor parte de actrices recorrían los frentes en la USO para entretener a los soldados, entre las que destacó la actriz alemana, Marlene Dietrich, que recibió varias condecoraciones por su esfuerzo en el apoyo a los Aliados. Otras se dedicaron a realizar giras para recaudar fondos para el esfuerzo bélico, como Carol Lombard, esposa de Clark Gable, que murió en un accidente de aviación mientras participaba en una campaña.

En la USO tambien participaron músicos muy famosos de la época, como Glenn Miller que murió en un accidente de aviación en extrañas circunstancias.

Grandes directores se dedicaron a filmar documentales bélicos y de instrucción. Frank Capra realizó la serie documental ¿Porque Luchamos? John Ford dirigió La Batalla de Midway y 7 de diciembre, sobre el ataque japones a la base de Pearl Harbor. John Huston realizó La Batalla de San Pietro y William Wyler, Ataque Relámpago.

Vídeo realizado por el canal de Youtube El Trastero de la Historia.

lunes, 27 de octubre de 2014

Historia de una imagen: La primera foto de la tierra vista desde el espacio

La primeras imágenes de la Tierra vista desde el espacio fueron tomadas por una de las armas de venganza de Hitler, la bomba volante V-2. La V-2 era una de las cientos de armas nazis que poseían los estadounidenses tras la caída del III Reich y que fueron el germen de lo que hoy es la agencia aeroespacial estadounidense (NASA).

La primera foto de la tierra vista desde el espacio
Aún hay quien cree que la tierra es plana aunque ya fue durante la Antigua Grecia cuando Eratóstenes calculó la circunferencia de la Tierra, mediante la trigonometría y con ayuda de una regla de tres. Su calculo lo estableció en unos 400000 kilómetros. Un cálculo extraordinariamente preciso. 

Las imágenes fueron tomadas a 104 km de altitud mediante una cámara de 35 milímetros instalada en el cohete, que fue lanzado el 24 de octubre de 1946 desde la base militar de White Sands, en Nuevo México. La calidad de las fotografías no es muy buena y son en blanco y negro, pero a los científicos les emocionó ver unas instantáneas inéditas que les permitieron ver nuestro planeta como nunca antes. La Tierra frente la negrura infinita del espacio. Las imágenes anteriores que mostraban la tierra desde el espacio tan solo podían mostrar levemente la curvatura del planeta y fueron tomadas por un globo a 20 km de altura.

La toma de las instantáneas no pudo ser controlada desde tierra y solo se pudieron revelar tras extraer la cámara de su cubierta de acero después de que el cohete se precipitase a la Tierra a más de 548 km/h. Hasta 1950 se lograron tomar más de mil imágenes de la tierra utilizando los cohetes V-2.

Para saber más:
Air & Space Smitsonian

sábado, 25 de octubre de 2014

Las mujeres que escribieron la guerra

La escritora Martha Gellhorn escribió a las autoridades del ejército norteamericano:
Es necesario que informe sobre esta guerra. No creo que haya ninguna necesidad de suplicar como un favor el derecho a servir como los ojos de millones de estadounidenses que tienen una desesperada necesidad de ver, pero que no lo pueden hacer por ellos mismos.
En junio de 1944, Martha Gellhorn y otras mujeres corresponsales de guerra se reunieron para poder hacer sus crónicas sobre el desembarco que se estaba preparando. El desembarco sería de vital importancia en ofensiva contra Alemania y abriría un nuevo frente en Europa.

Mary Welsh, Dixie Tighe, Kathleen Harriman, Helen Kirkpatrick, Lee Miller y Tania Long.
Nadie sabía con exactitud cuando se realizaría la operación ni dónde sería pero había una gran agitación entre los periodistas que esperaban en Londres, en hoteles como el elegante Dorchester. Entre los periodistas se encontraba un grupo de corresponsales con agallas, con la diferencia de que ellas luchaban también en otra batalla para superar la prohibición de que las mujeres fueran al frente. Entre las reporteras había una gran competitividad y estaban llenas de entusiasmo.

Martha Gellhorn se escondió como polizón en un barco hospital para llegar a Normandía. Se encerró en un baño y se convirtió en la primera mujer en informar sobre la invasión aliada en la costas de Francia. Cuando cayó la noche, los sanitarios todavía estaban removiendo la playa, en busca de heridos. Caminó hacia la orilla con el agua por la cintura, y comenzó a escribir su primer informe sobre el Día-D a la revista Colliers, centrado en los civiles y en las bajas de guerra.

Lee Miller
Después de Martha llegaron otras mujeres a los frentes de batalla, entre ellas estaba Lee Miller, que siguió a las tropas estadounidenses en el Día D + 20. Presenció la liberación de París, el encuentro de los ejércitos americano y ruso en Torgau, la liberación de Buchenwald y Dachau; y fotografió la casa de Hitler y Eva Braun en Munich, donde ella misma fue fotografiada tomando un baño en el bañera del Führer.

Poco después de su llegada a Francia llegó a Saint Maló, donde se habían producido duros combates y aún se oían disparos esporádicos. Se refugió en un búnker alemán en cuclillas, bajo las murallas. su tacón se enterró en la mano suelta de un cadáver y maldijo a los alemanes por la horrible y sórdida destrucción que habían producido a esa ciudad. Cogió la mano y la lanzó hacia atrás y corrió, dando traspiés entre los escombros y resbalándose con la sangre. Pero aún le quedarían momentos más duros al llegar a los campos de concentración y exterminio.

Marta Gellhorn
Otras de estas valientes mujeres fueron Helen Kirkpatrick, que era jefa de la oficina del "Chicago Daily News" en Londres desde antes del Día-D. Tambien estaban: Ruth Cowan que trabajaba para Associated Press, Katherine Coyne para el Herald, Lee Carson, Dixie Tighe, Kathleen Harriman, Tania Long o Mary Welsh, entre otras.

Estas mujeres vivieron en un tiempo convulso en una constante guerra contra los prejuicios, la misoginia, y la incredulidad de que las mujeres pudieran hacer algo útil más allá de ser enfermeras o secretarias.

Las mujeres corresponsales de guerra eran una molestia irritante para los mandos del ejército. Pero aún bajo toda clase de prejuicios, estas mujeres periodistas mostraron una tenacidad de hierro que a muchas les costó un alto precio personal.

Ellas lo hicieron, no sólo porque eran unas mujeres excepcionales, sino porque fueron buenas periodistas.

Para saber más:
Notas para lectores curiosos
Clases de periodismo
IIP Digital
Biblioteca del Congreso
Vogue


miércoles, 22 de octubre de 2014

La estadística durante la Segunda Guerra Mundial

Durante la Segunda Guerra Mundial para los aliados era fundamental saber la capacidad militar e industrial de la Alemania nazi para poder establecer las tácticas con las que enfrentarse a los nazis con una mayor eficacia, algo que fue fundamental en el desembarco de Normandía. Para ello utilizaron varias técnicas estadísticas utilizando los números de serie del material capturado al enemigo. Los datos se cruzaban con las estimaciones aportadas por los espías y por las comunicaciones interceptadas y decodificadas en Bletchley Park.

Entre los datos calculados estadísticamente se estimó que, por ejemplo, en 1941 los alemanes llegaron a producir 244 tanques. Según las informaciones obtenidas por los espías fueron 1.550 blindados. La cifra real dio la razón a la estadística ya que la producción total fue de 271 tanques.

Otro dato. La producción de vehículos de transporte (principalmente camiones) durante 1942 llegó a las 79.287 unidades. Con el método estadístico se calculó que eran 97.300. Los informes de los espías fueron 200.000 camiones.

Los datos reales de producción los pudieron obtener los aliados una vez finalizada la guerra, y descubrieron que la estadística les habían dado la razón y que eran mucho más fiables que las basadas en los métodos habituales de espionaje.

Para saber más:
Universidad politécnica de Cartagena

domingo, 19 de octubre de 2014

El sobrino traidor de Hitler

Tras las ascensión al poder de Adolf Hitler, William Patrick Hitler hijo de Alois Hitler, un medio hermano de Adolf Hitler y su madre se mudaron de Gran Bretaña a Alemania en 1933, donde intentó beneficiarse de la ascensión al poder de su tío que le consiguió trabajo en un banco y en la fábrica de automóviles Opel.

Al parecer también intentó chantajearle con contar algunos trapos sucios de la familia Hitler.

En 1938, Hitler le pidió a William que renunciara a su ciudadanía británica a cambio de un trabajo de alto rango, pero decidió huir del país temiendo que fuera una trampa. 

De nuevo en Londres escribió un artículo para la revista Look titulado “¿Por qué odio a mi tío?”. Gracias a ese artículo realizó una gira por Estados Unidos invitado por el magnate William Hearst . Durante la gira estalló la Segunda Guerra Mundial, lo que le obligó a permanecer en el país.

Después de realizar una petición especial al presidente Franklin D. Roosevelt, se unió a la Armada de los Estados Unidos, como oficial farmacéutico, en 1944. Así sirvió a las tropas aliadas y luchó contra su propio tío. El día que se presentó en la oficina de reclutamiento, el oficial le dijo: "Encantado de verle, señor Hitler, mi nombre es Hess". William tuvo otro medio hermano que se convirtió en una acerrimo seguidor de su tío y murió cautivo de los soviéticos durante la guerra.

Ya terminada la guerra se cambio el apellido Hitler, por el de Stuart-Huston se casó y se estableció en Patchogue, Long Island, donde tuvo cuatro hijos.

William murió en 1987.



Fuente:
Historias Lado B
American Buddah
Wikipedia
New York Times

jueves, 16 de octubre de 2014

Nazis en el Tibet

Entre 1938 y 1939, un grupo de científicos nazis realizaron una expedición por el Tíbet. El artífice de la expedición fue el líder de las SS Heinrich Himmler. Entre sus primeros objetivos, se encontraba encontrar el origen de la raza aria en las cumbres del Himalaya.

Himmler estaba obsesionado con la astronomía, la heráldica, el espiritismo, la Atlántida y las culturas de la India y de Oriente. Además Himmler creía que la raza aria no había evolucionado, que había descendido del cielo para establecerse en la Atlántida, y que antiguos emigrantes de ese continente habían fundado una gran civilización en Asia Central. Creía que algunos tibetanos eran descendientes directos de esta civilización y que de ellos descendían los arios.

En 1935 Himmler fundó la sociedad Ahnenerbe que promovía toda clase de investigaciones que aportaran cierta credibilidad científica a las teorías sobre el origen y la supremacía de la raza aria. Esta sociedad organizó varias expediciones, alrededor del mundo, en busca del origen de la raza aria. La expedición al Tíbet fue la más ambiciosa.

El jefe de la expedición, Ernst Schäfer, era un naturalista aventurero muy conocido que tuvo el dudoso honor de ser el primer europeo en abatir a tiros un oso panda. Schäfer ya había participado en dos expediciones internacionales al Himalaya por lo que Himmler le puso al mando de la expedición.

A Schäfe le acompañaron en la expedición Karl Wienert, Bruno Beger, Ernst Krause y Edmund Geer, científicos de diversas especialidades, como la geología, la entomología o la antropología, además de una pequeña escolta de las SS. El grupo se dirigió la India, pero les prohibieron pasar al Tibet. En la frontera con el Tibet el antropólogo de las SS Bruno Beger realizó sus primeras craneometrías.

Finalmente atravesaron la frontera a escondidas y, una vez en Tibet, en la ciudad de Gyantse hallaron multitud de cruces gamadas en las paredes de las casas que los tibetanos llaman yungdrung y que se puede ver dibujada en los dos sentidos.

La misión no se limitaba exclusivamente a la búsqueda de las raíces de la raza aria, tambien debían hallar pruebas que demostraran la teoría de que la Tierra estaba hueca y que interconectaba varios países. Otra de las misiones era encontrar la ciudad perdida de Shambhala, donde podrían invocar a un misterioso héroe tribal, Gesar de Ling, quien les ayudaría a dominar el mundo.

Poco antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, la expedición regreso a Alemania, donde fueron recibidos como héroes. Del Tibet trajeron, un buen número de material científico, varios textos antiguos que aparecieron en el búnker del Reichstag al finalizar la guerra y un singular pergamino en el que el Dalai Lama había firmado un tratado de amistad con la Alemania nazi y reconocía a Hitler como jefe supremo de los arios.

Schäfe realizó un documental, llamado Geheimnis Tibet, con las imágenes tomadas en su viaje.

La búsqueda del origen de la raza aria no se limitó al Tibet. Científicos nazis también lo buscaron en las Islas Canarias tras descubrir en 1935 algunos cráneos y momias guanches, de piel clara y pelo rubio. Para Herman Wirth, un estudioso de religiones y símbolos antiguos y cofundador de la  Ahnenerbe, las islas Canarias fueron un reducto perdido de estos hombres y mujeres ancestros de la raza aria, especialmente en Gran Canaria, pues creían que eran los restos de la desaparecida Atlántida.

Para saber más:
El enigma nazi. El secreto esotérico del III Reich, de José Lesta e Iker Jimenez
Wikipedia
Los archivos Berzin
El País
ABC
Internet Archive

lunes, 13 de octubre de 2014

Los perros paracaidistas

Durante la Segunda Guerra Mundial, el 13º Batallón de Paracaidistas de Lancashire mientras se preparaba para el Día D decidió reclutar perros en sus filas.

Los llamados "Paradogs" fueron entrenados específicamente para realizar tareas como la localización de minas, vigilando y advirtiendo la proximidad de los enemigos.

Para que no se bloqueasen durante la la batalla, los perros fueron entrenados para familiarizarse con los ruidos y olores fuertes como la pólvora o la cordita. Sus compañeros paracaidistas llevarían un pedazo de carne en sus bolsillos con el fin de que se lanzaran en paracaídas tras ellos. Por ello se les daba poca comida y agua antes del salto.

En 1941, el Ministerio de Defensa británico había realizado diversos llamamientos a los dueños de perros para que cedieran sus canes para el esfuerzo de guerra. Entre estos animales estaba Brian, un perro de 2 años que asistió a la Escuela de Entrenamiento de Perros de Guerra en Hertfordshire. El Día D, Brian fue lanzado en paracaídas bajo el fuego antiaéreo en la Francia ocupada. Unos meses antes del fin de la guerra, fue lanzado en paracaídas en el oeste de Alemania.
Brian con Betty Fetch, su propietaria original.
Brian sobrevivió a la guerra y recibió la Medalla Dickin, que honra a los animales por su "notable gallardía o devoción al deber mientras servía en cualquier rama de las Fuerzas Armadas o en la unidades de la defensa civil." Además de los perros han ganado la distinción Dickin, palomas, caballos y un gato, por proteger los alimentos de un buque al deshacerse de las ratas.

Cuando murió en 1955, el ex perro paracaidista fue enterrado con honores en un cementerio para animales al noreste de Londres. Hoy en día, existe una réplica fiel de este héroe de cuatro patas en el Museo del Regimiento de Paracaidistas y Fuerzas Aerotransportadas de Duxford. Brian se ve vestido con su paracaídas y al lado, su medalla Dickin.

Otro de los héroes de los paradogs es Rob, que realizó 20 saltos y tomó parte en el desembarco del norte de África. Hay incluso un libro para niños sobre él: Rob el Paradog.

Rob posa con la Medalla Dickin por su valentía animal en febrero de 1945.
Para saber más:
Thebrigade
Daily Telegraph
Spiegel
War History

viernes, 10 de octubre de 2014

Canibalismo japonés durante la Segunda Guerra Mundial

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial los japoneses practicaron el canibalismo con prisioneros de guerra norteamericanos y australianos e incluso con sus propios soldados caídos. Esa práctica era un modo de adiestramiento de los soldados japoneses, como método de deshumanización. Les golpeaban, humillaban y les obligaron a hacerlo. Lo que demuestra la crueldad de un ejército insensible.

Canibalismo japonésEste es un hecho prácticamente desconocido que les diferenciaría frente a las atrocidades cometidas por todos los ejércitos que participaron en el conflicto. El primero que encontró datos sobre estas practicas fue el historiador japonés Yuki Tanaka en archivos norteamericanos.

El acceso a los archivos japoneses sigue vetado para los extranjeros y los soviéticos han estado muy limitados. Aún hay muchos horrores que están por salir a la luz.

Esta práctica se suma a otras llevadas a cabo por los nipones, como el uso de mujeres de los territorios ocupados como prostitutas forzosas para la tropa, las conocidas como "mujeres de confort" o las matanzas que en Nanking acabaron con la vida de entre 200.000 y 300.000 chinos de un modo tremendamente cruel. Al igual que las aberraciones seudocientíficas que realizaba el Escuadrón 731 como las vivisecciones o los ensayos con armas químicas y biológicas realizadas a los prisioneros.

Canibalismo japonés
Al final de la guerra, norteamericanos y australianos supieron de estas prácticas pero decidieron ocultar el canibalismo perpetrado por los japoneses, debido al tremendo impacto psicológico que podría suponer para los familiares de los prisioneros que habían sido devorados.

En la Segunda Guerra Mundial está claro que todos los ejércitos cometieron crímenes pero no todos llegaron a esos niveles de crueldad. No todos los ejércitos fueron iguales. Atrocidades que se dan en todas las guerras, aunque el canibalismo de los japoneses es sin duda uno de los hechos más terribles de la Segunda Guerra Mundial.

Para saber más:
La Segunda Guerra Mundial, de Anthony Beevor
Diario de Octubre
El País
Xinhua Español
La Razón
Unit 731

martes, 7 de octubre de 2014

Rescatan los restos de los últimos de Seelow

La Asociación para la Recuperación de los Caídos, que cuenta con 200 miembros de diferentes países, ha realizado diversas excavaciones en las que hallaron los restos y objetos de los últimos soldados alemanes que lucharon en en las Colinas de Seelow, a las puertas de Berlín.

La finalidad de la Asociación para la Recuperación de los Caídos es buscar a los muertos sin nombre que yacen en las fosas comunes o que ni fueron enterrados en ningún lugar como personas y están considerados como desaparecidos y restaurar los nombres de los caídos.

La Batalla en las Colinas de Seelow formaba parte del asalto final a Berlín por parte de las tropas soviéticas donde casi un  millón de soldados del Ejército Rojo al mando del mariscal Zhúkov se enfrentaron a 110.000 soldados alemanes del 9º Ejército durante tres durisimos días: del 16 al 19 de abril de 1945. Una batalla que costó la vida a alrededor de 20.000 soldados soviéticos y 12.000 alemanes. La batalla fue tan dura que muchos de los soldados alemanes que murieron en la batalla han permanecido casi 70 años en el mismo lugar en el que cayeron, sepultados en el barro y la tierra.


Los soldados caídos también son victimas. Víctimas de una guerra espantosa, que no habían causado y no habían querido.

Para saber más:
Daily Mail
El Mundo
Asociación para la Recuperación de los Caídos

domingo, 5 de octubre de 2014

El humor en la Alemania nazi

Cualquier nación, de un modo u otro, siempre hace humor con sus dirigentes y los alemanes no fueron menos con los nazis. Uno de los motivos que provocó no pocas bromas fue la obligación de realizar el saludo con el brazo en alto (tomado del saludos fascista italiano, que a su vez lo tomó de los romanos).

humor en la Alemania naziAunque el estado policial que se estableció en Alemania tras la llegada de Hitler al poder fuera extremadamente represor, al principio el saludo provocó multitud de bromas y chistes.

Un buen ejemplo es el que cuenta Rudolph Herzog (hijo del director de cine Werner Herzog) en su libro "Heil Hitler, el cerdo está muerto", una estupenda muestra de como se tomaron con humor los alemanes el ascenso de Hitler y la vida en la Alemania nazi en la década de los años 1930:
"La mejor respuesta al saludo hitleriano la tenía un feriante de Paderborn que hacía levantar el brazo derecho a sus chimpan­cés amaestrados, lo cuales lo hacían con gus­to y con mucha frecuencia. Cada vez que divisaban un uniforme, incluso aunque fuera el del cartero, hacían inmedia­tamente el saludo hitleriano. Pero no todos los integrantes del partido veían con buenos ojos a los monos nazis. La acción de carácter dadaísta del feriante, un socialdemócrata convencido, fue denunciada a la autoridad por diligentes 'camaradas del pueblo'. Poco después fue publicada una orden que prohibía el saludo hit­leriano a los monos.Y al que no respetara la orden se le amena­zaba con el 'sacrificio'. Cuando se trataba del culto al Führer, los nazis no tenían ni pizca de humor",
humor en la Alemania nazi¿Quien no recuerda una situación similar en la película de Indiana Jones "En Busca del Arca Perdida"?

Debido al poco sentido del humor que profesaban los nazis, la inmensa mayoría de los chistes no tocaban temas políticos, se centraban en aspectos más personales de los líderes nazis. Los chistes pocas veces eran públicos, eran más bien susurrados y contados en círculos cerrados.

En una ocasión el humorista alemán Werner Fink descubrió a dos agentes de la Gestapo anotando todo lo que decía en su show, les preguntó: "¿Hablo demasiado rápido? ¿Pueden seguirme o, en realidad, quieren que les siga yo a ustedes?". Esta y otras bromas costaron el cierre del cabaret por parte de Goebbles y su ingreso en un campo de concentración. Pero eso no le hizo menos ácido.
"Os sorprenderá lo alegres y animados que estamos, En Berlín ya no lo estábamos desde hace mucho tiempo. Todo lo contrario. Siempre que actuábamos sentíamos una extraña sensación en la espalda. Era el temor a terminar en un campo de concentración. Y mirad, ahora ya no necesitamos sentir miedo nunca más: ¡ya estamos dentro!".
El sentido del humor tambien se hallaba entre los judíos de los campos de exterminio, donde los chistes eran una válvula de escape ante tanta barbarie.
"Hacía el final de la guerra, dos judíos van a ser fusilados. Pero les comunican que los van a ahorcar. Entonces uno le dice al otro: '¿Lo ves? ¡Ya ni siquiera les quedan cartuchos!'".
Los soldados tambien hacían uso del humor. Un chiste ayudaba a soportar situaciones apuradas, y sobre todo, a seguir viviendo. Entre la tropa el soldado objetivo de los chistes se llamaba Lehmann.
"Durante la instrucción le preguntan al recluta Lehmann:
¿Qué hace el que está de centinela al llegarle el relevo?
¡Alegrarse muchísimo!"

"Lehmann ¿Qué desea el soldado alemán?
La vestimenta de los rusos, la alimentación de los americanos y... un enemigo como los italianos."
Muy recomendable el libro de Rudolph Herzog "Heil Hitler, el cerdo está muerto", para conocer la vida en Alemania durante el régimen de Hitler.

Para saber más:

jueves, 2 de octubre de 2014

Lisboa, la Casablanca europea

Durante la Segunda Guerra Mundial Lisboa fue la única ciudad europea en la que operaron abiertamente tanto los Aliados como el Eje. Era una ciudad rodeada por el horror de la guerra, donde convivieron judíos y refugiados que huían de los nazis y buscaban otra vida, y miembros de la realeza como Carol II de Rumania, que viajaba con su amante, sirvientes y todas sus posesiones o los duques de Windsor.

El dictador António de Oliveira Salazar mantuvo Portugal en una neutralidad muy lucrativa. Para ello no dudó en jugar a dos bandas y mostrar a alemanes y aliados sólo las cartas que le convenían. Algo muy similar a la actitud de Franco en España que tenía claras simpatías por la Alemania nazi. El wolframio era moneda de cambio ya que era vital para los alemanes que lo necesitaban para el blindaje de sus tanques.

La neutralidad de la dictadura de Salazar y el uso del país como escala obligada para poder partir hacia América, atrajo a espías y vividores que se intentaban aprovechar de los refugiados que pasaban semanas esperando un visado que les permitiera salir de Europa. Los muelles estaban abarrotados de gente dispuesta a cualquier cosa por un pasaje, en hidroavión para los ricos y en barco para los más pobres.

Los cafés cercanos a la plaza del Rossio eran una torre de babel en la que se escuchaba hablar polaco, francés, alemán o ruso.

Muchos portugueses actuaban de informadores a cambio de dinero, alimentos o ropa, pero por lo general ni los británicos ni los alemanes se fiaban de ellos. Un caso singular fue el de un funcionario portugués que vigiló a los duques de Windsor y que exigió a los alemanes zapatos para toda su familia porque decía que todos le habían ayudado en sus pesquisas.

Por Lisboa pasaron en su viaje a América Chagall, Jean Renoir, Man Ray o Thomas Mann, mientras que otros decidieron establecerse en la ciudad, como el millonario Calouste Gulbenkian, que se estableció en el hotel Aviz y que compró parte de la colección de pintura de Henri Rothschild.

Entre los espías más importantes que se movieron por la ciudad estaba Juan Pujol, alias Garbo, que fingía estar en Londres, desde donde enviaba información al Abwehr, a través de Madrid y que fue fundamental en las operaciones de engaño que hicieron creer a los alemanes que el desembarco en Francia se realizaría en el Paso de Calais y no en Normandía, como ocurrió el 6 de junio de 1944, el Día D. Otro espía famoso que estuvo en Portugal fue Ian Fleming, el creador de James Bond, que combinaba sus labores de espía con el juego en el casino de Estoril.

Para saber más:
Lisboa 1939-1945, de Neill Lochery
El País
La Información
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