domingo, 26 de diciembre de 2021

El escudo de Stalingrado

La batalla de Stalingrado, la más dura de las derrotas de Alemania y el principio del fin del III Reich, está llena de historias dramáticas. Una de esas historias es la del escudo de Stalingrado.

escudo de StalingradoDesde que comenzara la guerra en septiembre de 1939, las batallas y conquistas en las que los soldados alemanes habían intervenido, como Narvik, se conmemoraban con un distintivo alusivo, que portarían a partir de entonces. Así pues, cuando en 1942 Stalingrado estaba prácticamente en manos de la Wehrmacht, Hitler, vendió la piel del oso antes de cazarlo, así que ordenó que se creara el "Escudo de Stalingrado" como conmemoración de la victoria.

La orden de crearlo la recibió la 637ª Compañía de Propaganda, que se encontraba en Stalingrado. Uno de sus miembros, el excelente dibujante Ernst Eigener, de 37 años y veterano desde la campaña de Polonia, fue el encargado de su diseño. Dos de los "skizzenbuchs" (cuadernos de dibujo) de Eigener se publicaron durante la guerra. El primero en 1941 llamado "Mein Skizzenbuch" y el segundo en 1942 que incluye su trabajo artístico de la campaña rusa "Skizzen aus dem Ostfeldzug".
Eigener, tenía un alma sensible, amaba la vida con la misma fuerza con la que odiaba la guerra y su sueño cuando acabara la guerra era poder tener una granja en Rusia, un país que amaba.

escudo de Stalingrado
Su diseño fue un dibujo que representaba un silo de grano en medio de las ruinas nevadas de la ciudad del Volga, con un cielo cubierto de nubes. En el centro del escudo un soldado muerto y alrededor del casco del soldado, una corona de alambre de púas y arriba una única palabra "Stalingrad". Todo coronado con un águila.

El dibujo fue enviado a Hitler, que lo devolvió afirmando que era demasiado desmoralizador. Mientras, Eigener caía muerto en combate entre los escombros de Stalingrado como el soldado de su dibujo.
Antes de entrar en combate escribió unas proféticas palabras:
Las estrellas son eternas, pero los hombres deben vivir como si fueran a morir al día siguiente.
Se presentó un segundo prototipo en el que el soldado había sido sustituido por el río Volga, pero nunca se instituyó porque el 6º Ejército finalmente fue rodeado y destruido. El Mariscal Paulus se rindió el 30 de enero de 1943 y fue hecho prisionero junto a más de 100.000 de sus hombres. Sólo 5,000 sobrevivieron para regresar a casa después de la guerra.

Para saber más:
Stalingrado, hasta la última bala, de Heinz Schröter
Gentleman's Military Interest Club
Barbarrossa
National Geographic
ABC
Nueva Tribuna

domingo, 19 de diciembre de 2021

Donde hoy se queman libros mañana se quemaran personas

Adolf Hitler, al frente del Partido Nacionalsocialista Alemán (NSDAP) llegó al poder a comienzos de 1933 y apenas unos meses después se quemaron más de 20.000 libros de autores considerados nocivos por el estado, dentro de la Acción Contra el Espíritu Anti-alemán (Aktion wider den undeutschen Geist), una campaña de censura sobre la literatura contraria a la ideología del régimen y considerada "nociva" para la cultura del recién nacido III Reich.

Donde hoy se queman libros mañana se quemaran personas
La censura establecida por el estado prohibía la edición, distribución y el uso académico de ciertos autores y 5.800 títulos considerados representativos de la "decadencia moral" y del "bolchevismo cultural". Entre los autores se encontraban Karl Marx, Sigmund Freud, Ernest Hemingway, Erich María Remarque, Marcel Proust, H. G. Wells, James Joyce, Oscar Wilde, Jack London, Franz Kafka, Rosa Luxemburg, Bertolt Bretch, Joseph Conrad, entre muchos otros.

El 10 de mayo de 1933 se prendieron hogueras en la Plaza de la Ópera (Opernplatz) en Berlín, frente a la Universidad Humboldt, y en 21 universidades más. Los bomberos tuvieron que intervenir en la Opernplatz pero no para apagar el fuego. Acudieron para arrojar gasolina ya que la lluvia había mojado la pira de libros y esta no ardía. Las hogueras fueron dispuestas por organizaciones estudiantiles como la Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund (NSDStB). La gran mayoría de los profesores participaron en ellas. De este modo se pretendía evidenciar que las universidades no ejercerían ninguna oposición al nuevo régimen. Aun así, con el tiempo, nacieron algunos pequeños grupos como la "Rosa Blanca", en la universidad Ludwig-Maximilians, de Münich. Apenas un mes antes, según la Ley para la restauración del servicio público profesional del 7 de abril, se inició un boicot a numerosos profesores para que estos abandonaran la docencia

Otras quemas de libros tuvieron lugar el 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano que tradicionalmente se celebra con fogatas. Resulta paradójico que posiblemente la nación mas culta de Europa permitiera semejante aberración. 

Donde hoy se queman libros mañana se quemaran personas
Previamente a la quema de los libros se realizó una recogida "voluntaria" de libros en bibliotecas públicas y privadas; y en librerías a la que se sumaron los ejemplares que fueron aportando los estudiantes.

Sin embargo, la quema de los libros, no se trató, como se pretendía hacer creer, de unos actos espontáneos por parte de los universitarios, sino de una acción, orquestada y coordinada por el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels., que en Berlín dio un discurso incendiario en el que de modo violento e injurioso contra los autores condenados y sus obras; y secundado por otro del líder estudiantil nacionalsocialista Herbert Gutjahr.
Con la quema de los libros el gobierno nazi dejo clara su pretensión de conquistar la hegemonía y el control de la cultura.

Donde hoy se queman libros mañana se quemaran personas"Dort, wo man Bücher verbrennt, verbrennt man am Ende auch Menschen" (Donde se queman libros se terminan quemando también personas), había escrito el poeta judío alemán del siglo XIX, Christian Johann Heinrich Heine. La frase resultó tristemente profética. Años más tarde, comenzaría el genocidio contra todo tipo de minorías y personas consideradas indeseables, entre ellos millones de judíos, conocido ahora como holocausto.

Como testimonio, de lo que la revista norteamericana Newsweek llamó entonces Holocausto de libros, en el mismo lugar donde se realizó la la más importante quema de libros, la antigua Opernplatz (hoy Bebelplatz), de Berlín, se encuentra un monumento bajo el adoquinado que muestra estantes blancos. Vacíos. Sin libros.

Para saber más:
Museo Memoria y Tolerancia
Verbrannte-buecher
ABC
Deutsche Welle
Wikipedia
Metapedia

domingo, 12 de diciembre de 2021

Los judíos en Asia durante la Segunda Guerra Mundial

Se ha escrito mucho sobre los judíos y su persecución en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, pero poco se sabe sobre lo que paso con ellos en el Lejano Oriente. En especial en el Imperio del Japón y sus territorios conquistados.

Los judíos en Asia durante la Segunda Guerra Mundial
Shanghái tuvo la mayor comunidad judía, con unos 30.000 viviendo en la ciudad y sus alrededores, pero también vivían en pequeñas comunidades en Filipinas, las Indias orientales y en China. Los que vivían en la Indochina francesa, tras la ocupación alemana de Francia, estaban sujetos a las leyes antijudías que se proclamaron en la zona no ocupada, conocida como Francia de Vichy. Entre las leyes se encontraba la imposibilidad de poder ostentar cargos públicos.

Incluso los judíos de Indochina sufrieron pocos malos tratos en comparación con la persecución y extermino que sufrieron en Europa en el mismo periodo. Las fuerzas japonesas encarcelaron o castigaron a un número muy limitado de judíos por su condición.

En un principio el punto de vista de los japoneses respecto a los judíos, no es desde la perspectiva racial, como sucedía en Alemania. Era más bien una cuestión de nacionalismo y de miedo a las conspiraciones extranjeras. Tras la firma del tratado tripartito de 1940, fue cuando el antisemitismo empezó a crecer entre las clases dominantes de Japón.

Los judíos en Asia durante la Segunda Guerra Mundial
Al comienzo de la guerra en el teatro del Pacífico, los socios alemanes presionaron a Tokio a tomar acciones con respecto a la comunidad judía, en especial la de Shanghái, que era la más numerosa de Asia y en donde había un importante número de alemanes a los que Hitler les había retirado la nacionalidad alemana.

En 1942, Alfred Rosemberg, Ministro de los Territorios Ocupados del Este, envió a la embajada de Japón en Berlín una petición al gobierno japonés en el que insistía en la petición de que tomara acciones en los territorios ocupados por Japón. Cuando en Wannsee las autoridades nazis acordaron las acciones a tomar para solucionar “el asunto judío”, el gobierno de Tokio no las hizo suyas y la política judía en Asia siguió más o menos tolerante.

Aunque la política japonesa con los judíos se hizo pública en 1942, los judíos tan solo eran tratados como extranjeros, con las consabidas reticencias en un estado tan hermético como el japonés. De este modo los judíos que poseyeran una nacionalidad serían tratados como ciudadanos del país al que pertenecían. Las únicas distinciones basadas en la cultura y la raza se tuvieron en consideración con los apátridas, que quedaban bajo una estricta vigilancia y con sus movimientos muy restringidos.

Los judíos en Asia durante la Segunda Guerra MundialLos judíos que eran considerados útiles para Japón debido a su influencia política o económica, fueron tratados como antes de la guerra. Incluso mejoraron.

Uno de los principales problemas a los que se enfrentaron los judíos fue la escasez de alimentos y productos de primera necesidad y de dinero, por lo que el gobierno japonés permitió el trabajo de las organizaciones de socorro judío. Los que residían en Shanghái además se vieron afectados por las constantes luchas entre China y Japón que venían desde 1937.

En 1945, murieron 30 judíos y sufrieron heridas unos 300 tras los bombardeos que sufrió Shanghái. Tras los bombardeos, las autoridades japonesas permitieron a los sobrevivientes trasladarse a otras ciudades.

Acabada la guerra, Tokio comenzó una campaña para desligarse de su socio alemán, destacando claramente la diferencia de tratamiento a los judíos entre Japón y los nazis. Con esto también pretendían aumentar la influencia japonesa con los judíos en todo el mundo.

Para saber más:
Polish-Japanese Secret Cooperation During World War II: Sugihara Chiune and Polish Intelligence, de Ewa Palasz-Rutkowska
Jewish Virtual Library
Forward
War History Online
Jewish Community of Japan
Jerusalem Center of Public Affairs

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Lectura recomendada: Ecos de la Jungla

La selva es un lugar inhóspito para el ser humano, a pesar de estar lleno de vida. La selva es húmeda, angosta, claustrofóbica y parece que en cada rincón hay un animal que pretende morderte o convertirte en su comida. Si no, que se lo digan a los soldados japoneses que terminaron devorados por los cocodrilos en Ramree.

Esa sensación la sentimos en cada página de la última novela del escritor y divulgador David López Cabia, "Ecos de la Jungla". 

Lectura recomendada: Ecos de la Jungla

Prologada por el gran orientalista Rubén Villamor, la novela nos traslada a marzo de 1943 y a las profundas junglas birmanas situadas más allá del rio Chindwin, más allá de las líneas enemigas.

En un viaje de redención el teniente Locke ha de sobrevivir a una de las peores experiencias a las que se puede someter a un soldado: la selva y el constante acecho de un enemigo implacable. Una situación en la que se pone a prueba el cuerpo y la mente del soldado.

Locke pasará por importantes escenarios de la Segunda Guerra Mundial en Asia: la caída de Singapur o la batalla de Kohima. Un asedio tan duro que se le llegó a conocer como "El Stalingrado de Oriente". 

Con una exhaustiva documentación previa, David ya nos llevó en "La Última Isla", una de sus primeras novelas, a la guerra del Pacífico y en sus otras novelas vivimos con sus personajes la lucha en calor extenuante del desierto o en el frio helador de Bastogne. Siempre ha sabido llevar a sus personajes a situaciones límite, tanto a nivel mental como fisco.

Respecto a "Ecos de la Jungla", comparto con Rubén Villamor la comparación que hace con "El Corazón de la Tinieblas" de Joseph Conrad. En cada una de sus páginas te sientes como si estuvieras en la selva

Lectura recomendada: Ecos de la Jungla
La portada del libro es obra del cineasta y fotógrafo Laureano Clavero realizador de los documentales "El diario de Peter Brill" y "1.533 km hasta casa", disponibles en Amazon Video. También ha colaborado con David López Cabia en la realización del libro fotográfico "Enfocando la Segunda Guerra Mundial".

Los aguerridos soldados de la portada son los recreadores Joan Parés y Sergio Vargas que posan en medio de la jungla de Birmania. Bueno, en realidad esta "Birmania" se encuentra en Granollers, Barcelona. Un gran trabajo del equipo de Mirasud Producciones. También hay que dar las gracias al ilustrador Roberto Hernández autor de los mapas que ayudan al lector a seguir las peripecias del teniente Locke, en "Ecos de la Jungla". 

Puedes obtener tu copia firmada contactando con el autor a través de correo electrónico en info@davidlopezcabia.es, en Editorial Círculo Rojo y en librerías. Sin duda un buen regalo para estas Navidades.

Para saber más:
David López Cabia
Mirasud Producciones
Círculo Rojo

domingo, 5 de diciembre de 2021

Ni un paso atrás. La orden 227

La "Orden 227", firmada por Stalin, fue una disposición que establecía, entre otras, que todo aquel soldado soviético que se retirase sin el permiso expreso del alto mando sería disparado sin juicio previo. Había que luchar hasta la muerte para que la Madre Rusia venciese sobre la Alemania nazi, costase las vidas que costase. Todo el que huía del enemigo era considerado un cobarde y un traidor, y por ello merecía la muerte. Era una orden que dejaba claro hasta donde podía llegar Stalin para derrotar a Hitler.

Ni un paso atrás. La orden 227El 28 de julio de 1942, Stalin, como Comisario de Defensa del Pueblo, firmó esta orden ante el imparable avance alemán y las graves pérdidas soviéticas. Leída en todas la unidades de combate, establecía que era la hora de detener la retirada ante las tropas alemanas. Desde es momento "la férrea ley para cada oficial, soldado y oficial político debe ser "Ni un paso atrás" sin órdenes superiores". Un año antes, Yákov el hijo mayor de Stalin se había rendido ante las tropas alemanas.

La Orden 227 establecía en primer lugar que, ningún mando podía ordenar la retirada sin la autorización "del Comandante del Frente" y los que la incumplían "enviarlos a la Stavka para ser sometidos a consejo de guerra".

Otra disposición establecía que se debía "crear en cada Frente de 1 a 3 (dependiendo de la situación) batallones penales (800 soldados) a los que deben enviarse los comandantes y oficiales políticos de todas las armas que hayan roto la disciplina por cobardía o inestabilidad. Estos batallones deben situarse en las secciones más expuestas de un Frente, dándoles así una oportunidad de redimir sus crímenes contra la Madre Patria con su sangre". Hasta el fin de la guerra más de 400.000 soldados estuvieron en batallones penales.

Ni un paso atrás. La orden 227
¡Ni un paso atrás!
Cuando Stalin decía que: "En el Ejército soviético hace falta más valor para retirarse que para avanzar" se refería principalmente a la mas terrible y controvertida, que ordenaba "formar de 3 a 5 unidades (200 integrantes) de guardias bien armados (barrera), y desplegarlos en la retaguardia de las divisiones poco fiables para ejecutar en el sitio a quienes propaguen el pánico y a los cobardes en caso de pánico o de retirada caótica, dándoles una oportunidad así a los soldados fieles para hacer su deber ante la Madre Patria".

El 29 de octubre de 1942, el establecimiento de las unidades de bloqueo fue anulado, aunque algunos comandantes nunca llegaron a ponerla en práctica, principalmente porque lo consideraban una pérdida de recursos en el frente. El 20 de noviembre de 1944 las unidades de bloqueo fueron oficialmente disueltas.

Aunque durante los dos primeros meses se calcula que unos 1000 soldados fueron ejecutados por las unidades de bloqueo, se desconoce el número de soldados muertos debido a esta tremenda y cruel orden, ya que esta permaneció prácticamente oculta hasta 1988.

Para saber más:
La guerra de los Ivanes, de Catherine Merridale
Victory at Stalingrad, de Geoffrey Roberts
Rkk
Grupo de Estudios de Historia Militar
David López Cabia
El Reto Histórico