domingo, 16 de noviembre de 2025

Las espías tejedoras

En plena Gran Guerra, una anciana belga tejía junto a su ventana. Al pasar un tren, bordó una puntada irregular con sus dos agujas de punto. Cuando pasó otro se saltó unos puntos, con lo que dejó intencionalmente un agujero. Más tarde, arriesgaría su vida entregándole la tela a un miembro de la resistencia belga que trabajaba para derrotar a las fuerzas de ocupación alemanas.

Las espías tejedoras
Historias similares a esta, se repitieron tambien durante la Segunda Guerra Mundial por todos los territorios ocupados. Donde había tejedoras, a menudo había espías. Un par de ojos observando entre cruces y cruces de agujas de punto. 

Cuando las tejedoras utilizaban el tejido para codificar mensajes, se realizaba mediante la esteganografía, una forma de ocultar un mensaje físicamente, como, por ejemplo, ocultar el código morse en algún lugar de una postal o una carta. Para mensajes relativamente sencillos, tejer es ideal para ello. Cada prenda tejida se compone de diferentes combinaciones de solo dos puntos: un punto del derecho y uno del revés, que al hacer una combinación específica de derechos y revés en un patrón predeterminado, los espías podían pasar una pieza, ante quienes los podían vigilar, y leer el mensaje secreto, escondido en una inocente bufanda o un acogedor jersey. 

Las espías tejedoras
La mayor parte de estos códigos usados por la resistencia o los espías en territorio enemigo aparecían en el libro de 1942 Una guía de códigos y señales. Estos mensajes tambien se ocultaban en telas bordadas o haciendo nudos a ciertos intervalos en los hilos, que tras destejerse podían descodificarse.

Una de las espías que más usó este sistema durante la Segunda Guerra Mundial fue la agente británica Phyllis Latour Doyle, que actuó de enlace en Normandía. Phyllis, que solía llevar vestidos o blusas bordadas, siempre llevaba consigo hilo de seda, sobre el que transmitía mensajes en morse a partir de nudos que hacía sobre los hilos, luego los cosía en una tela de seda con la que siempre se atada el cabello. Según contó, en una ocasión: "Una mujer soldado nos hizo quitarnos la ropa para ver si escondíamos algo. Miraba sospechosamente mi cabello, así que me solté el cabello y sacudí la cabeza. Eso pareció satisfacerla. Me recogí el pelo con el encaje. Fue un momento angustioso". 

Otra bordadora fue Elizabeth Bentley, una agente doble que trabajaba para Estados Unidos y la Unión Soviética. Ella tejió en un bolso, que siempre llevaba consigo, los planos de los primeros B-29 además de información sobre los avances aeronáuticos soviéticos.

Para saber más:
An Encyclopedia of American Women at War: From the Home Front to the Battlefields, de de Lisa Tendrich Frank

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