domingo, 20 de abril de 2025

Las leyes raciales y el Holocausto en Italia

El 5 de septiembre de 1938 el rey Víctor Manuel III refrendó la primera disposición que pasaría a formar parte de las "Leyes raciales para la defensa de la Raza". A partir de ahí y durante 5 años se fueron aprobando 180 leyes, llamadas actualmente "leyes de la vergüenza", que privaban a los judíos italianos de los derechos más básicos que tendría cualquier ciudadano de su propio país.

Aprobadas las primeras leyes, Mussolini da un discurso:
Con respecto a la política interna, el problema de la actualidad es el racial. También en este campo adoptaremos las soluciones necesarias. Aquellos que nos hacen creer que hemos caído en imitaciones, o peor aún, obedecido sugerencias, son pobres deficientes, a quienes no sabemos si dirigir nuestro desprecio o nuestra compasión. El problema racial no surgió repentinamente, como piensan los que están acostumbrados a los despertares abruptos. Se relaciona con la conquista del Imperio, ya que la historia nos enseña que los imperios son conquistados por las armas, pero se mantienen con prestigio. Y para el prestigio se necesita una conciencia racial clara y severa, que establezca no solo diferencias sino también una superioridad muy clara. El problema judío es, por lo tanto, solo un aspecto de este fenómeno.
La revista fascista "La Difesa della Razza" publica un manifiesto que sostiene que "grandes" y "pequeñas" razas y que el concepto de raza es una cuestión  biológica y que por ese motivo existe una raza italiana pura, a la que los judíos no pertenecen. La primera vez que se publicó fue en el Giornale d'Italia.

Hasta la caída de Italia en manos aliadas en 1944, estas leyes, llevaron a miles de judíos a la deportación y a la muerte y establecían, entre otras, que los judíos: no podían casarse con italianos "arios" y por supuesto no podían ser tutores de menores. En algunos casos, tampoco ejercer la patria potestad sobre sus hijos. No podían estudiar, ni enseñar ni accede a bibliotecas. No podían formar parte de asociaciones culturales o deportivas ni participar en medios de comunicación, como las prensa o la radio. Tenían prohibido ejercer en puestos de trabajo como abogados, médicos, veterinarios, peritos, taxistas o vendedores ambulantes, entre otros. Su pertenencia a la administración pública estaba vetada y no podían formar parte del ejército. No tenían el derecho de propiedad de negocios, terrenos ni fábricas.

En el aspecto cultural ninguna obra escrita por judíos podía usarse en las escuelas ni se podían representar en los teatros. Las calles, escuelas o institutos no podían tener nombres de judíos. No podían poner en alquiler casas ni habitaciones.

En el libro "Un adoquín dorado" se puede leer los testimonios de Nando Tagliacozzo y Emmanuel do Porto que pudieron escapar de la deportación el 16 de octubre de 1943 cuando vivían en el gueto de Roma, en el que fueron arrestados y deportados más de 1270 personas, principalmente mujeres y niños.
Donde se representa de forma magistral esa persecución es en la película de 1997, "La Vida es Bella". En ella, el protagonista, un librero judío italiano, intenta proteger a su hijo de los horrores de un campo de concentración. La historia toma como referencias la experiencia real de Rubino Romeo Salmoni, un judío sobreviviente al Holocausto y su libro "Al final derroté a Hitler", y en las vivencias del padre director, que pasó dos años en un campo de prisioneros.

Para saber más:
Atlas Ilustrado del Fascismo. “Las Leyes Raciales”, de Francesca Tacchi
Diario Claridad
Univerity of South Florida
Ahora Roma
Pulso
Assemblea legislativa della Regione Emilia-Romagna
La Vanguardia

domingo, 6 de abril de 2025

Tokyo Rose

Iva Ikuko Toguri d'Aquino, o "Tokyo Rose", como se la conoce, fue una mujer norteamericana de origen japonés que se hizo famosa por ser la presentadora de un programa de radio japonés dirigido a las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial diseñado para transmitir propaganda.

Durante la Segunda Guerra Mundial, era muy habitual que los soldados estadounidenses se reunían habitualmente alrededor de los receptores de radio para escuchar “Zero Hour” (Hora Cero), un programa de música y noticias en inglés que se producía en Japón y se retransmitía por todo el Pacífico
Los japoneses pretendían que el programa sirviera como propaganda que debilitaba la moral de la tropa, pero la mayoría consideraban que era más bien una distracción agradable a la monotonía de sus obligaciones. Los soldados desarrollaron una particular fascinación por la presentadora femenina de voz ronca del programa, que repartía burlas y bromas entre las canciones más populares del momento.

Los soldados estadounidenses inventaron una gran variedad de historias exóticas para la mujer a la que llamaron "Tokyo Rose", pero ninguna se acercaba a la verdad. Su nombre real era Iva Toguri, y en lugar de ser una agente enemiga, era una ciudadana estadounidense que había llegado a la radio casi por accidente. Más tarde alegaría que se había mantenido leal a su país trabajando activamente para socavar el mensaje de sus programas de propaganda.

Nacida el 4 de julio de 1916, Iva Toguri era hija de inmigrantes japoneses que tenían una pequeña empresa de importación en Los Ángeles. Había pasado su juventud sirviendo en las Girl Scouts y jugando en el equipo de tenis de su escuela, y más tarde se graduó en zoología por la universidad de UCLA. En 1941, sus padres la enviaron a un viaje a Japón para ayudar a cuidar a una tía enferma. Toguri, de 25 años de edad, nunca había estado en el extranjero y enseguida empezó a sentir nostalgia, pero todo se complicó en diciembre, cuando un problema burocrático le impidió lograr un pasaje de vuelta a Estados Unidos. Unos pocos días después, los japoneses bombardearon Pearl Harbor.

Con Estados Unidos y Japón en guerra, Toguri se encontraba atrapada en un país que apenas conocía. La policía militar japonesa intentó persuadirla para que renunciara a su ciudadanía estadounidense y jurara lealtad a Japón, un camino que tomaron muchos otros estadounidenses que residían en Japón, pero ella se negó. Como resultado, fue clasificada como una enemiga extranjera y vigilada de cerca. Toguri pasó los siguientes meses viviendo con sus familiares, pero el acoso frecuente por parte de los vecinos y la policía militar la llevaron a trasladarse a Tokio, donde trabajó de secretaría. En agosto de 1943, encontró trabajo como mecanógrafa en la organización de radiodifusión Radio Tokyo.

Fue en Radio Tokio donde Toguri se encontró con el comandante Charles Cousens, un oficial militar australiano que había sido capturado en Singapur. Cousens había sido un exitoso locutor de radio antes de la guerra, y ahora estaba siendo forzado a producir un programa de propaganda llamado "La hora cero" para los japoneses. Desafiando a sus captores, él y los demás prisioneros de guerra habían estado trabajando para sabotear el programa haciendo que su mensaje fuera lo más risible e inofensivo posible. Después de entablar amistad con Toguri, quien ocasionalmente le traía suministros de contrabando, Cousens creó un plan para usarla como locutora. Para su propósito, su voz, era justo lo que necesitaba, era áspera, casi masculina, nada que ver con una seductora voz femenina.

Aunque inicialmente dudó ponerse detrás del micrófono, Toguri finalmente se convirtió en una participante clave en el plan de Cousens. A partir de noviembre de 1943, su voz fue una característica recurrente en las transmisiones de "Zero Hour". Toguri adoptó el papel de "Orphan Ann" y se aficionó a leer los guiones de Cousens en tono de broma, a veces incluso advirtiendo a sus oyentes que el programa era propaganda.

Las grabaciones y transcripciones sobrevivientes de los programas de Toguri indican que nunca amenazó a sus oyentes con bombardeos ni se burló que sus esposas les fueran infieles, dos de las estrategias favoritas de los propagandistas de la guerra.

Toguri no era la única locutora de la radio japonesa. Había docenas de otras mujeres de habla inglesa que leían propaganda, y algunas de ellas adoptaron un tono mucho más siniestro. A medida que la guerra se prolongaba, los militares estadounidenses comenzaron a referirse a las diferentes voces femeninas con un único apodo: “Tokyo Rose”. Ninguna de las locutoras, incluido Toguri, había usado en ningún momento ese apodo, pero el personaje terminó convirtiéndose en legendario. El mito era tal que para la mayoría de los estadounidenses era tan famosa como el Emperador Hirohito.

Toguri interpretó su personaje "Orphan Ann" en " Zero Hour" durante aproximadamente un año y medio, apareciendo con menos frecuencia cuando se acercaba la rendición japonesa en 1945. Para entonces, se había casado con un portugués, Filipe D'Aquino y buscaba regresar a casa. Encontrándose en una situación financiera desesperada, cuando dos reporteros estadounidenses llegaron a Japón y le ofrecieron 2.000 dólares por una entrevista con la famosa "Tokyo Rose", ella se decidió ingenuamente a contar su historia. Sería una decisión desastrosa. Una vez que su identidad se hizo pública, Toguri se convirtió en la imagen de la propaganda japonesa y fue arrestada bajo sospecha de traición. Permanecería bajo custodia durante más de un año hasta que una investigación del gobierno concluyera que sus transmisiones no habían sido más que un entretenimiento inocuo.

Toguri intento volver los Estados Unidos después de su liberación, pero el sentimiento anti japonés en los Estados Unidos era aún muy alto. Varias figuras influyentes, entre ellas el famoso comentarista de radio Walter Winchell, comenzaron a presionar al gobierno para reabrir el caso contra ella. La campaña funcionó y en 1948 Toguri fue arrestada de nuevo y acusada de traición.

En su juicio en San Francisco, Toguri afirmó que siempre se había mantenido leal a los Estados Unidos, trabajando para convertir en una farsa sus transmisiones. Charles Cousens incluso fue a Estados Unidos para declarar en su nombre, pero la fiscalía presentó una serie de testigos japoneses que afirmaron haberla escuchado hacer declaraciones incendiarias en el aire. Gran parte del caso se centró en una única transmisión que ocurrió después de la Batalla del Golfo de Leyte, cuando supuestamente ella dijo: “Huérfanos del Pacífico, realmente ahora son huérfanos. ¿Cómo llegarás a casa ahora que tus barcos están hundidos?” Aunque esas frases no aparecían en ninguna de las transcripciones del programa, fue un factor decisivo en el caso. En octubre de 1949, un jurado la declaró culpable de un cargo de traición. La despojaron de su ciudadanía estadounidense, le impusieron una multa de 10.000 dólares y la sentenciaron a diez años de prisión.

Toguri pasó seis años en una prisión para mujeres. Se reunió con su familia, se estableció en Chicago y comenzó a trabajar como empleada en el negocio de su padre, pero su reputación como "Tokyo Rose" continuó. En 1976, dos de los testigos clave de su juicio admitieron que habían sido amenazados para que testificaran contra ella. En esa misma época, el un miembro del jurado que la condenó dijo que el juez del caso les había presionado para que se emitiera un veredicto de culpabilidad.

Con la opinión pública a favor de Toguri, 19 de enero de 1977 el presidente Gerald Ford concedió el indulto total a Toguri, que por entonces tenía 60 años, devolviéndole la ciudadanía estadounidense. "Tokyo Rose", murió en Chicago en 2006.

Para saber más:
The Hunt for "Tokyo Rose", de Russell Warren Howe.
Vintag.es

domingo, 23 de marzo de 2025

El pasado nazi de los Thyssen

Fritz Thyssen era el responsable de una importante parte de la industria siderúrgica de Alemania en los inicios del NSDAP. En "Yo pagué a Hitler" describe como llegó a subvencionar con un millón de marcos al que después sería el dictador de Alemania.

El motivo de esta ayuda era el miedo al comunismo que se encontraba, por entonces, en plena expansión y las consecuencias del Tratado de Versalles. Thyssen era de la opinión de que era un gran error político que Alemania se comprometió a cumplir y sabían que cumplirlo era imposible. Al igual que los nazis, consideraba que el tratado era una horrible ofensa para el honor nacional y "el veneno que había hecho enfermar a su país y más tarde a toda Europa".

La adhesión del magnate alemán al nacionalsocialismo comenzó cuando conoció a Hitler en casa de un nacionalsocialista de primera hora, el doctor Max E. von Scheubner y habló largo y tendido con Hitler sobre el daño que hacía el Tratado de Versalles a los empresarios alemanes y sobre el peligro del comunismo. Ambos compartían la misma opinión.

En 1931 se unió al partido nazi como un modo de seguir la lucha, que le parecía cada vez más inútil, de resistencia pasiva en los territorios ocupados de la cuenca del Ruhr y el Rin. Poco después, fue nombrado representante del NSDAP ante la Asociación de Industriales Alemanes, de los que obtuvo seis millones de marcos para el partido.

Aprovechando su posición, se dirigió por carta al Presidente Paul von Hindemburg para pedirle que nombrase canciller a Hitler. Su trabajo para la causa nacionalsocialista llevaron a Hitler a pedir a Hermann Göring, entonces primer ministro de Prusia, que nombrase a Thyssen consejero de Estado con carácter vitalicio.

A partir de la purga de "la noche de los cuchillos largos" las dudas empiezan a crecer en Fritz Thyssen. Aunque despidió a todos los judíos que trabajaban para él, protestó por las acciones de la Kristallnacht (Noche de los Cristales Rotos) contra los comercios judíos y se negó a votar las Leyes de Núremberg adoptadas en septiembre de 1935 durante el séptimo congreso anual del NSDAP. También se quejó de que los principales esfuerzos económicos se dirigieran a reforzar el ejército en lugar de revitalizar seriamente la economía alemana.

Lo que realmente cambió a Thyssen fue el pacto que Alemania firmó con la Unión Soviética de Stalin. Se sintió traicionado por Hitler, al que decidió apoyar fundamentalmente por su anticomunismo. Además, el pacto significaba la guerra, lo que chocaba con sus creencias y tradiciones católicas protestantes. Se quejó a Göring de que la guerra haría a Alemania dependiente de Rusia respecto a las materias primas, con lo que "Alemania renunciaría así a su posición de potencia mundial". Para Hitler eso fue la "gota que colmó el vaso" de su paciencia y ordenó que se le retiraran el pasaporte y que la Gestapo le confiscase todas sus posesiones.

Mientras estaba en Bélgica visitando a su madre, lo arrestaron y lo llevaron al campo de concentración de Sachsenhausen como "prisionero honorable" privilegiado (Ehrenhäftling). En la primavera de 1945, pasó por los campos de concentración de Buchenwald y Dachau hasta llegar al Tirol del Sur, donde fue liberado por las tropas estadounidenses pocos días antes del final de la guerra. En 1941, mientras se encontraba prisionero, se publicó "Yo Pagué a Hitler", una especie de autobiografía, pero escrita por Emery Reves, basándose parcialmente en las memorias que le dictó Thyssen, aunque con partes inventadas por Reves.

Finalizada la contienda, en su proceso de desnazificación alegó que no financió a los nazis desde 1938 y que no usó mano de obra esclava, ya que desde 1939 había sido declarado "Enemigo del Reich". Fue condenado a pagar una sanción económica de medio millón de marcos como compensación a los judíos que despidió para poder recuperar sus empresas que fusionaría con Krupp en 1999, creando Thyssenkrupp. Krupp fue la industria más importante de armamento durante el III Reich.

Siempre se arrepintió de entregarse a Hitler y sus secuaces: "Hitler me engañó a mí, lo mismo que engañó al pueblo alemán y a todos los hombres de buena voluntad".

"Yo pagué a Hitler" ha sido editado en español por Editorial Renacimiento.

Para saber más:
Yo pagué a Hitler, de Fritz Tyssen
Vanitatis
ABC
German History Docs
Vanity Fair