domingo, 3 de febrero de 2019

¿Por qué no se bombardeó Auschwitz?

Desde la primavera de 1944 los aliados sabían del asesinato sistemático de personas en los campos de concentración y exterminio. El 9 de agosto, un miembro del Consejo de Estado checoslovaco en el exilio en Londres, el judío Ernst Frischer, envió una misiva al Secretario de Guerra norteamericano, John J. McCloy a través de su ayudante. En la comunicación le pedía que el campo de concentración de Auschwitz - Brikenau fuera bombardeado para destruir sus cámaras de gas.

La cuestión del bombardeo era un asunto que creaba gran debate entre los aliados. La opinión se encontraba dividida sobre la posibilidad de una acción de tal calibre, sobre todo porque la petición de Frischer no fue la primera, después vinieron más.

Según algunos historiadores, una duda importante sobre bombardear el campo de exterminio era debido al antisemitismo que existía en los Estados Unidos y Gran Bretaña. Si se realizaba el bombardeo podía parecer que los aliados estaban haciendo esfuerzos especiales para ayudar a los judíos.

El secretario McCloy, que entendía los motivos humanitarios expuestos por Frischer, rechazó la petición. El motivo del rechazo que le expuso se basaba en que el bombardeo de Auschwitz - Birkenau requeriría un considerable desvío de las fuerzas aéreas. Además, el bombardeo podría provocar muchas muertes y podrían provocar más represalias en la población, especialmente en los judíos por parte de los alemanes y que el bombardeo sería de "dudosa eficacia" ya que un bombardeo de tal precisión era prácticamente inviable con la tecnología en aquel momento. Para poder destruir los cuatro crematorios había que lanzar al menos 200 bombas en cada uno de ellos solo para lograr que una de ellas alcanzara cada crematorio. Teniendo en cuenta que los barracones situados en las proximidades de las cámaras de gas albergaban a miles prisioneros. Nadie estaba seguro de los resultados.

Las razones esgrimidas por McCloy ocultaban en realidad una directiva del Departamento de Guerra, firmada a primeros de año, que establecía que "las fuerzas estadounidenses no se destinaran a rescatar a las víctimas de la represión del enemigo a no ser que los rescates fueran consecuencia directa de operaciones militares que tuvieron como objetivo final vencer a las fuerzas armadas enemigas".

Aunque no se contempló el bombardeo directo de Auschwitz, en junio de 1944, los aliados comenzaron a estudiar el bombardeo de las fábricas adheridas al campo de concentración que fabricaban combustible y caucho sintéticos de I.G. Farben. En los preparativos se tomaron un buen número de fotografías aéreas del complejo de Auschwitz.

Once días después de la petición de Frischer, el 20 de agosto, los B-17 norteamericanos lanzaron más de seiscientos mil kilogramos de bombas sobre las fábricas que se encontraban a menos de de ocho kilómetros del campo y sus cámaras de la muerte.

A los prisioneros de Auschwitz, el bombardeo les dio esperanzas. Según un superviviente:
Ya no temíamos a la muerte; al menos no a esa muerte. Cada bomba que explotaba nos llenaba de alegría y renovaba nuestra confianza en la vida.
El 27 de enero de 1945, los soviéticos liberaron a 7.600 sobrevivientes del campo de exterminio.

Nunca sabremos si hubiera dado resultado el bombardeo directo a Auschwitz, aunque seguro que los que se hubieran realizado contra las vías que llevaban los "trenes de la muerte" habrían reducido la afluencia de deportados y por consiguiente el número de asesinados.
Parece cierto que el bombardeo a las fábricas en 1944 habría salvado muchas vidas aunque llegara demasiado tarde para los miles de personas que murieron en este campo de la muerte.

Para saber más:
United States Holocaust Memorial Museum
Semana
Foro Segunda Guerra
Yad Vashem

1 comentario:

  1. Con motivo del cierre de Google+ los comentarios de este blog han sido eliminados. Sinto mucho las molestias que puedan causar a todos.

    ResponderEliminar