domingo, 17 de enero de 2021

Los pilotos suicidas de Hitler

Cuando el fin de la guerra estaba llegando para Alemania y el III Reich ya estaba acabado, parecía que los dirigentes nazis aún creían en la providencia y en sus Wunderwaffe, las armas de la venganza que acabaran dando la victoria a Alemania. Pero cuando las Wunderwaffe y la feroz resistencia del ejército alemán se veían insuficientes se recurrió a medidas desesperadas.

Uno de los planes consiste en utilizar cazas Messerschmitt Bf 109 para golpear a los bombarderos aliados por el borde posterior de las superficies de cola, las superficies de control de sus alas o directamente la cabina del piloto. Para ello se utilizaría la hélice como una especie de sierra circular que destrozaría esas zonas más sensibles del bombardero o estrellar directamente el avión, intentando saltar antes del impacto. Pese a que Hitler es contrario a este sistema de ataque, finalmente da su aprobación y comienzan los entrenamientos, en los que colabora la piloto de pruebas de la Luftwaffe, Hannah Reitsch. Reitsch logró con una avioneta Fieseler Fi 156 Storch aterrizar casi en la puerta del Búnker de Hitler, mientras se libraba la Batalla de Berlín.

En marzo de 1945 se crea el Sonderkommando (comando especial) Elbe. Para formar parte de esta unidad se presentaron unos 2.000 voluntarios de los que tan solo 300 fueron considerados aptos a pesar de ser extremadamente jóvenes y con una experiencia de vuelo prácticamente inexistente. El Bf 109, es aligerado al máximo. despojándole de blindaje y armamento a excepción de una única MG 131 con solo 60 proyectiles cada uno, una cantidad insuficiente para misiones de interpretación de bombarderos.

Los pilotos suicidas de Hitler
En su primera misión el Sonderkommando Elbe lanza 180 aparatos contra una oleada de 180 bombarderos que contaba con una escolta de 800 cazas. Un tercio de los Bf 109 tuvo que regresar por averías mecánicas y un buen número de los restantes fueron derribados. Según la Luftwaffe entre 22 y 24 aviones estadounidenses fueron víctimas de la unidad Sonderkommando Elbe, aunque según los aliados solo fueron alcanzados 15 aparatos y derribado 8.

Por otro lado, se creó la 5ª escuadrilla del Kampfgeschwader 200 (una unidad de operaciones espaciales de la Lufwaffe), apodada "Escuadrón Leónidas", por el rey de Esparta. Este escuadrón se encargaría de lanzarse contra los navíos aliados cargados con unos 900 kilos de explosivo, como ya lo hacían sus aliados japoneses con sus unidades de Ataque Shimpu. Para esta misión se presentaron más de 70 voluntarios, en su mayoría jóvenes reclutas, que firmaron un documento que decía:
Solicito voluntariamente incorporarme como piloto para el auto-sacrificio en cualquier avión seleccionado por mis superiores. Tengo claro que la operación acarreará mi muerte.
El plan inicial era usar el Messerschmitt Me 328 como arma suicida, pero se experimentaron numerosos problemas al convertir el Me 328, y se tomó la decisión de colocar una cabina de piloto a la bomba volante V1, convirtiéndola en el Fieseler Fi 103 Reichenberg. Estas bombas volantes serían lanzadas desde un avión nodriza, como los Heinkel He 111, para que, de este modo la bomba sería dirigida por un piloto como estaban haciendo los kamikazes japoneses en el Pacifico con el Yokosuka MXY-7 Ohka (flor de cerezo). La diferencia era que en el caso alemán, el piloto intentaría saltar del aparato eyectándose del Fi 103. Tras pero debido a múltiples problemas, como la muerte de uno de los pilotos de pruebas, el plan se canceló a mediados de marzo de 1945 y nunca entró en acción.

Entre los días 17 y 20 de abril, durante la Batalla por Berlín, pilotos del Escuadrón Leónidas, utilizando cualquier avión disponible, realizaron ataque suicidas contra los puentes de pontones del río Oder construidos por los soviéticos. Según la Luftwaffe destruyeron 17. Pero al parecer solo el puente del ferrocarril en Küstrinfue fue totalmente destruido. El 20 de abril de 1945, las misiones se cancelaron cuando los soviéticos llegaron a las proximidades de la base del escuadrón en Jüterbog.

Para saber más:
Last Flight of the Luftwaffe, de Adrian Weir
Berlín: La Caída, de Antony Beevor
El Correo
La Aldea Irreductible
GHEM
El Reto Histórico

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