viernes, 4 de mayo de 2012

Los Monuments Men

A pesar de que los miembros de la Sección de Monumentos, los "Monuments Men", devolvieron cinco millones de obras de arte robadas por los nazis, su labor ha estado durante décadas relegada al olvido. Fue gracias a la película del mismo nombre, dirigida por George Clooney, que su historia salió a la luz para el gran público.

Estos soldados aliados, en su mayoría británicos y norteamericanos, recorrieron Europa para tratar de recuperar auténticos tesoros artísticos que Adolf Hitler soñaba con llevar al museo que aspiraba a crear en su ciudad natal, Linz (Austria) -que nunca se llegó a realizar- y en el que pretendía reunir una gran colección de arte en su mayor parte requisada a sus legítimos propietarios por los nazis desde su llegada al poder en Alemania y por todos los países ocupados.

Antes de crear ese gran museo, Hitler ordenó llevar todas las obras requisadas de distintos museos europeos, como el Louvre de París, el Rijksmuseum de Ámsterdam o el museo estatal ruso del Hermitage, así como de numerosas catedrales y colecciones particulares, a lugares "seguros". El más importante de ellos era una cueva de sal excavada en la localidad de Altaussee, un remoto emplazamiento a sólo 150 kilómetros de Linz.

La mina, excavada en la ladera de roca, quedaba a salvo de las bombas aliadas, y era el lugar ideal para guardar las obras debido a que la sal de las paredes absorbía el exceso de humedad y ayudaba, junto con su temperatura constante, a la conservación de la pintura y los grabados, mientras que los objetos metálicos, como las armaduras, se protegían de la corrosión cubriéndolos con una fina capa de grasa.

En este improvisado almacén de arte subterráneo convivieron entre 1939 y 1945 obras de arte mundialmente conocidas como "La Madona" de Brujas, de Miguel Ángel; el retablo de Gante, de Jan Van Eyck; "La ronda de noche", de Rembrandt; "Dama del armiño", de Da Vinci, o uno de los cuadros preferidos de Hitler, "El astrónomo", de Jan Vermeer.

Se sabe por diversas investigaciones que en el verano de 1943 cerca de 500 obras de maestros modernos, como Klee, Miró, Max Ernst o Picasso, a los que los nazis calificaban de "degenerados" por su manera de representar el mundo, fueron quemadas hasta su total desaparición quedando perdidas para siempre. Los nazis organizaron en Múnich en 1937 una exposición con piezas de este "arte degenerado" para contraponerla a la Gran exposición de arte alemán donde se podían ver a los artistas afines al nazismo.

La ardua labor de recuperación del arte robado la realizaron 350 personas de trece países distintos entre 1943 y 1951, integradas en la Sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos (MFAA). Aunque la MFAA la formaban muchos militares, también estaban directores de museos, conservadores, historiadores o profesores de arte, que utilizaron sus conocimientos para recuperar, catalogar y devolver a su legítimo lugar cada una de las piezas.

Esta ardua labor la realizaron 350 personas de trece países distintos entre 1943 y 1951, integradas en la sección de Monumentos, Bellas Artes y Archivos (MFAA), muchos de ellos militares, pero también directores de museos, conservadores, historiadores o profesores de arte, que utilizaron sus conocimientos para recuperar, catalogar y devolver a su legítimo lugar cada una de las piezas.

Algunos de estos héroes son Jacques Jaujard, director de los museos nacionales de Francia; el capitán Robert Posey; el subteniente James J. Rorimer; Rose Valland, conservadora temporal del Jeu de Paume, o el soldado Harry Ettlinger, y muchos más se pueden encontrar en la web de la Fundación Monuments Men.


Tambien me gustaría hacer mención a un "Monument Men" prácticamente desconocido. Este es el alemán, teniente coronel de los paracaidistas, Julius Schlegel, al que se considera salvador de los tesoros artísticos del monasterio de Montecassino. Decidió trasladar al Castel Sant’Angelo en Roma los tesoros ante la posibilidad de que la abadía fuera bombardeada por los aliados. Montecassino fue bombardeada y destruida en febrero de 1944, pero se pudo reconstruir gracias a que Schlegel salvó los planos. Aunque Schlegel fue acusado del expolio de Montecassino fue finalmente absuelto gracias a los testimonios de los religiosos la abadía. 


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